Un cartel indica que la playa de la Barceloneta no es un cenicero e invita a los bañistas a que no tiren -ni entierren- las colillas en la arena. Con solo meter la mano en la arena se demostraba que el cartel -en varios idiomas- pasa desapercibido. Solo hurgando un poco salía una colilla, otra y otra, y eso tiene fácil arreglo: una lata de las de fuagrás con tapa de plástico puede servir como cenicero improvisado.