Está sancionado, pero, aun así, las playas son verdaderos zocos de venta ambulante. Pese al ir y venir de gente que ofrece bebidas, pareos, bañadores, collares, coleteros, biquinis, relojes, pulseras, donuts caseros, gafas de sol, coco, helados, los bañistas se quejan sobre todo de la insistencia de las masajistas. En estos casos, quizá lo único que se puede hacer es tomárselo con calma y seguir leyendo.