Lejos del glamour de Hollywood, el hotel Mil Colinas de la capital ruandesa, que ha inspirado la película Hotel Rwanda --que se mantiene en cartel en las pantallas españolas--, sigue en pie y funcionando, mientras los trabajadores que vivieron el genocidio de 1994 luchan contra sus recuerdos y tratan de reconstruir sus vidas.

Nada de lo que está a la vista recuerda el desastroso estado en el que quedó el hotel de cuatro estrellas tras el genocidio, durante el cual cerca de mil personas se refugiaron en el establecimiento y sobrevivieron apilados en las habitaciones y bebiendo agua de la piscina.

Los responsables del establecimiento han pintado las paredes, reemplazado el mobiliario, y el hotel vuelve a ser un lugar de lujo. Ninguna placa o monumento evoca la terrible primavera de 1994, cuando por todos los rincones de Ruanda, y en las mismas puertas del hotel, soldados del Ejército y milicias de la etnia mayoritaria hutu trataban de exterminar a los minoritarios tutsis.

Una visita al hotel basta, sin embargo, para dejar claro que el recuerdo sigue vivo para los empleados que sobrevivieron al genocidio y hoy siguen trabajando en sus instalaciones. "Me siento muy mal recordando lo que pasó. Fue horrible", explica Abias Musonera, de 47 años, quien se queja de que desde el estreno de la película de Terry George --protagonizada por Don Cheadle, Sophie Okonedo y Nick Nolte y que recibió tres candidaturas a los Oscar-- multitud de periodistas han acudido al hotel a indagar en su pasado.

"No quiero hablar más de ello. Día a día tratamos de reconstruir nuestras vidas y recordar constantemente lo que pasó no nos ayuda", remata. Menos suerte tuvo otro empleado, Zozo. Varias semanas después de que comenzaran las masacres, Zozo se enteró de que su mujer y sus dos hijos habían sido asesinados. Hoy, este conserje ha vuelto a casarse y a formar una nueva familia. Estos dos empleados siguen sintiendo hoy que le deben la vida al gerente, un hutu llamado Paul Rusesabagina que utilizó todo tipo de triquiñuelas, sobornos y distribuyó alcohol para evitar que las milicias entraran a masacrar a todos los refugiados.