Descanso, tranquilidad y que no le saquen fotos. Esto es lo que espera el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, de las vacaciones que ayer empezó en Lanzarote junto a su familia. Zapatero llegó a la base militar de Arrecife en un Falcon de las Fuerzas Armadas a las 11:30 de la mañana, hora canaria, y bajó del avión acompañado por su esposa, Sonsoles Espinosa. También han viajado las dos hijas de la pareja, Laura y Alba.

Zapatero iba informal, con camisa blanca a cuadros, tejanos y mocasines negros. Sonsoles llevaba un vestido marrón y blanco de tirantes y unas sandalias con suela de madera.

El matrimonio pasará las vacaciones en La Mareta, residencia propiedad de Patrimonio del Estado situada en Costa Teguise, donde a Zapatero le aguardan algunos deberes. Además de leerse los siete libros que aseguró que se llevaba a Lanzarote, el presidente seguirá en contacto con los ministros por teléfono y participará en un par de actos oficiales. Está previsto que Zapatero se dé un paseo por el Parque Nacional de Garajonay, en La Gomera, y que visite Hierro, las dos islas del archipiélago que aún no conoce.

La Mareta, pintada de blanco y verde, está situada sobre el mar. Sólo la vista de una planta desalinizadora y de la central que abastece de luz y petróleo a la isla, con enormes chimeneas, le afean a Zapatero y a su familia la vista desde la terraza. Desde la casa se puede acceder directamente a la playa por una escalerita blanca que serpentea sobre la roca. El relax y la intimidad en Canarias le durarán al presidente y a su familia hasta el próximo 25 de agosto. Será el día de regreso. M. T.