El profundo, intenso y, por momentos, devastador debate que plantea la obra entre el poder absoluto y la crueldad de los gobernantes, representada por el contradictorio rey Creont, y el deber de justicia y la ética de Antígona. En pleno debate sobre la figura de la institución, esta tragedia clásica de las más emotivas que se hayan escrito nunca, abre en canal emotivas reflexiones sobre el papel del pueble delante de la tiranía, entre las leyes humanas y las divinas, entre la libertad y el absolutismo inquisitorial. Así ha sido a lo largo de los siglos, y no solamente para a aquellos que llegaron al poder desde la crueldad, sino también en la actualidad, como plantea el director mexicano David Gaitán, desde el populismo que plantea los debates sin matices, sin grises.