Francisco de Goya se retira a Cádiz, acogido en casa de su amigo Sebastián Martínez, y a donde acude Arrieta para tratarlo de cefaleas y problemas de audición que lo atormentan. Restablecido en parte, regresa a Madrid donde sigue siendo un testigo excepcional de la actualidad artística, política y social del momento.

El sentimiento liberal se abre paso con mucha dificultad en la capital. El rey Fernando VII sigue de cerca los acontecimientos y coloca en su punto de mira a los liberales. Su paleta no para de producir obras, especialmente retratos de la nobleza, de la monarquía y del pueblo llano. Un punto de inflexión es el encuentro con Magdalena, también aragonesa, y que junto a sus padres venden leche en la capital. Se sentirán atraídos el uno por el otro.

En la Alameda, residencia de los Osuna, cambiará la vida para los dos. Guerra de Independencia y necesaria separación. Años después volverá a producirse un encuentro entrañable a orillas del Garona