Umana en La Magdalena.

La reina Doña María convoca al pueblo y a la nobleza para acudir a su cumpleaños. Invita al pueblo a sus aposentos reales y un grupo de personas seleccionadas sube al castillo y disfruta de la posibilidad de entrar en alguno de los rincones mejor guardados y cerrados con muchas llaves. Ella, la criada, guía a este grupo de visitantes hasta el patio de la puerta del castillo. Prepara al pueblo para la ceremonia. El paseo se trata de un caminar divertido, con descansos donde se acentúan las grandes cualidades humanas, con la compañía de las piedras de nuestra historia centenaria capaces de hacer el tiempo volar. Al llegar al castillo se prolongan las reverencias y gana aires de realeza. La mesa del banquete está puesta, la cama hecha y emplumada. ¿Quién es finalmente esta payasa? Con la complicidad de un público entusiasmado, todo se prepara a la perfección y la reina finalmente llegará. Un baño de flores la recibirá. Pero... tachán, tachán, tachán, tachaaaán. La reina tiene sueño, está cansada. Quizá quiere abdicar