La Mostra de Venecia insiste cada año en presentar las películas más relevantes de la competición durante sus primeros cinco días, y por eso no sorprende que ninguna de las aspirantes al León de Oro presentadas este martes, en su séptima jornada, atesore valores de calidad o de interés suficientes para justificar su inclusión en el certamen. La presencia de 'Aquí me río yo', eso sí, no sorprende en absoluto; la dirige Mario Martone, un director para quien la puerta de este festival siempre está abierta a pesar de su probada falta de talento.

Retrato del dramaturgo Eduardo Scarpetta y recreación de su enfrentamiento con Gabriele D’Annunzio, que lo llevó a los tribunales acusado de plagio, la película acredita la sofisticación formal y dramática propia de un episodio de ‘Acacias 38’, y tiene en su centro mismo una interpretación absolutamente desbocada de Toni Servillo; que el ‘crecendo’ de aspavientos e histrionismos ofrecido por el actor tenga cierto sentido narrativo no lo hace más soportable.

‘Reflection’ es justo lo contrario: un derroche de estilización y hieratismo. Y lo es hasta tal punto que acaba funcionando mejor como una colección de poses, simetrías virgueras y planos bonitos que estetizan la violencia que como el descarnado retrato de la guerra entre rusos y ucranianos -y en concreto de la brutalidad de la que estos últimos son objeto a manos de sus malvados vecinos- que aspira a ser. Respecto a los diversos simbolismos que la adornan, seguro que en la cabeza del director Valentyn Vasyanovych tienen sentido.