-¿No hay amor más sincero que el amor a la comida?

-El amor es uno de los grandes placeres de la vida y comer es un verdadero placer. Quiero que los comensales que nos visitan sientan que tienen un amigo en la cocina. De manera que quienes quieran comer bien, ya saben dónde tienen que venir.

-¿Cuál es el principal valor que transmite su cocina?

-La frescura, la constancia, la calidad y la puesta en escena.

-¿Qué plato le recomendaría a El Periódico Extremadura?

-Nuestro atún a la plancha o el steak tartar de ternera extremeña.

-¿Existen alimentos prohibidos?

-Por lo general hay que evitar los alimentos ultraprocesados, los fritos, los azúcares refinados... Pero podemos comer de todo si se hace de manera excepcional y vigilando las cantidades.

Restaurante Barbarossa (Mérida). Jero Morales

-Desnúdese, ¿cómo se ve?

-Me considero una persona muy normal a la que le gusta disfrutar de la familia, del trabajo y de los comensales. No hay nada más bonito que ver a un cliente feliz.

-¿La naturaleza salvará al ser humano o será al revés?

-Somos nosotros los que debemos salvar el planeta y mantenerlo. Dejárselo a nuestros hijos como nos lo dejaron nuestros padres. El cambio climático es una realidad que tenemos aquí y parece que muchos no la quieren ver.

-Antídoto para la resaca, ¿pizza o macarrones?

-Después de una noche de fiesta toca una resaca a la altura de la juerga disfrutada. En un estado de flojera general, nada entra mejor en el cuerpo que un buen plato de pasta con tomate y carne picada.

-¿Le duelen las críticas?

-Mucho. Aunque creo que tenemos un restaurante de nivel y que los clientes se van encantados del establecimiento. Con nuestras recetas y siendo cercanos, haciéndoles sentir en su propia casa.

-Si comer es una necesidad del cuerpo, ¿beber es una necesidad del alma?

-Una comida con un buen vino extremeño es la clave de la alegría. Se puede ver en cómo cambia la expresión de la cara de la gente y como hay un ambiente totalmente diferente al final que al principio de la comida. No entendería una comida sin vino.

-¿Qué les diría a quienes no les gusta el jamón ibérico?

-Que no saben lo que se pierden. Es de los grandes manjares de este mundo. Pero eso puede pasar. A mí, de chico, no me gustaba el tomate y ahora me encanta.

-Si desapareciera, ¿dónde le encontrarían?

-Viajando. En cualquier lugar del mundo.

-Fuera del ojo público, ¿es de cocinar en casa?

-No. Me cuesta mucho, me da una pereza tremenda. Al final, en tu día de descanso no quieres hacer lo de siempre, y para uno solo, antes me hago un sándwich de pavo.

La opinión de Valbuena

BARBAROSSA (Mérida)

EL POLLO PERA

No se come mal en Barbarossa. No hay nada que llame la atención en su carta, pero no se come mal. Además, el sitio merece la pena. En la misma Plaza de España de Mérida y ocupando un antiguo edificio repleto de curiosas estancias. Un restaurante precioso y amplio. Por si fuera poco, a la moda. Mérida en esto de las modas suele ser cruel: le duran poco. Así que más vale aprovechar. La carta es extensa y potente (recuerden que el lujo es poder elegir no que alguien decida por ti qué es lo que vas a comer). Y aunque no todos los platos aprueban con nota sí es cierto que, unos con otros, no defraudan. Quizá algo caro para lo que se come, quizá algo barato para dónde se come. Ideal para grupos que deseen comer de manera reservada, bien atendidos y sin demasiadas exigencias culinarias. Ideal para pollos pera. Ideal para gente alegre. Ideal para comer y echar una copita después. Y en el centro, que eso siempre puntúa.