Solo tres semanas después de lograr las tan ansiadas tres estrellas Michelin, sorprendió a todos anunciando que cerraría su premiado restaurante marbellí para reconvertirlo en un asador tipo americano. Tras 25 años en la alta cocina, el chef malagueño necesitaba un cambio y dedicarse a otros proyectos, entre los que está el programa culinario Hacer de comer, un espacio que ha sustituido a Torres en la cocina.

—‘Hacer de comer’ es un programa de cocina tradicional, casera y cercana. Suena a Arguiñano.

—No es una cuestión de Arguiñano o no, sino de lo que la gente necesita en su casa. Vamos a intentar cubrir esas necesidades desde el bagaje que dan los 25 años que llevo en el mundo de la alta cocina, pero sobre todo de la perspectiva de haber sido hijo que comía lo que hacían mi madre y mi abuela y ahora ser padre y cocinar para mis hijas. Este último es el Dani García que se ve en el programa.

—Después de tantos documentales y concursos... ¿quedan cosas por enseñar en la cocina?

—Sí, además, tenemos muchas malas manías, hay muchas leyendas en la cocina de casa. También se pueden contar cosas todavía porque la cocina ha evolucionado, también la tradicional.

—¿Da toques modernos a esa cocina tradicional?

—Más que toques modernos, hay consejos y trucos modernos. Por ejemplo, hacemos una escalivada con romesco y explicamos cómo asar las verduras y cómo presentarlas, el tipo de aceite que debemos utilizar…

—En el primer programa le ha visitado su madre, a la que le dedicó un libro de recetas.

—Sí, vino a hacer conmigo sus buñuelos de bacalao, que me encantan porque los hace mucho más cremosos que yo.

—¿Quién pasará por el plató?

—Hay diferentes tipos de invitados. Tendremos a exconcursantes de Masterchef y a Pepe Rodríguez, Jordi Cruz y Samantha Vallejo-Nájera. También vendrán famosos. Otra parte de los invitados son amigos míos con los que he vivido el mundo de la cocina, como Ramón Freixa, que tiene dos estrellas Michelin pero viene a hacer los canelones de su padre, Marcos Morán, Ángel León... Invitamos a la gente a que cuelgue en sus redes sociales su receta favorita y los traeremos para que la preparen.

—¿Se había planteado antes su debut televisivo?

—Hace años, en varias ocasiones, diferentes personas me habían ofrecido hacer televisión y siempre había dicho que no porque estaba pendiente de otras cosas. Pero este programa llegó en un momento en el cual yo había decidido que había llegado a lo máximo en el mundo de la alta cocina y que quería hacer otras cosas. Así que acepté la oferta porque es lo que me apetecía en este momento, cocinar de una manera más normal, casual y tradicional, que al final es al tipo de público al que vamos a enfocar también nuestros restaurantes.

—No todo el mundo entendió su decisión de cerrar en octubre el restaurante por el que acababa de ganar la tercera estrella.

—Lo comprendo. Pero al final es una cuestión de felicidad, de sentimiento interno: he llegado aquí y a partir de ahora me apetece hacer otra cosa y, en vez de esperar dos o tres años, me apetece hacerlo ya. A la alta cocina le he dado 25 años de mi vida, y ha llegado un momento que tampoco voy a decir que me aburre, porque sino ese va a ser el titular, sino que no me puede tanto como otras cosas.

—Ha cogido el relevo de los gemelos Torres, que llevaban casi cuatro años en antena.

—Leí que les apetecía hacer otra cosa y comprendo que quieran ir a por una tercera estrella. Es verdad que la televisión te absorbe mucho tiempo. Al final nosotros tendremos nuestra manera de ver las cosas y nuestra personalidad y yo creo que eso es lo importante. Hay espejos en los que mirarse y hay muchísima gente que ha hecho programas absolutamente maravillosos, y los Torres son uno de ellos.

—¿Qué tiene un chef con tres estrellas Michelin en la nevera?

—Lo mismo que casi todo el mundo, a excepción de algunas veces que me dan a probar cosas que me llevo a casa. Tengo huevos, nata, leche, fiambre, algo de beicon, pasta fresca... Tengo dos niñas y cocino para ellas.