No soporto a Ted Lasso. Lo he intentado y, de verdad que no puedo. Ya está. Ya lo he dicho y ya me he quedado a gusto. Era algo que necesitaba hacer tras llevar algo más de dos años leyendo todo tipo de críticas poniendo esta telecomedia de Apple por las nubes. De hecho, es una de las favoritas para hacerse con el Emmy a la mejor comedia en los premios que se entregarán el próximo mes de septiembre. La segunda temporada de la serie protagonizada por Jason Sudeikis acumula hasta veinte nominaciones y doy por seguro que arrasará. Pero a mi me queda la espina de que cualquiera de sus competidoras es bastante mejor serie y le pega mil patadas.

La trama de Ted Lasso arranca con el agrio divorcio del matrimonio dueño de un equipo de la Liga Profesional de Fútbol británica, el Richmond. Rebecca Welton (Hannah Waddingham), asume la propiedad del club tras verse abandonada por su marido, que se marcha con otra mujer más joven. Como venganza decide hundir al equipo y no se le ocurre otra más que poner al frente a un entrenador norteamericano que no tiene ni idea de lo que es el fútbol. A Ted Lasso. El fichaje desconcierta a la afición, a la prensa y a los propios jugadores, al ver cómo las decisiones del nuevo entrenador se salen de todo lo que estaban acostumbrados.

Lo que podría ser una comedia muy ácida con el mundo del deporte y sus ambientes más tóxicos, se convierte en una trama poco apta para diabéticos porque su ternura rezuma azúcar por los cuatro costados. Una acidez y mala leche que, en cambio, sí vimos en la serie mexicana de Netflix Club de cuervos. Ted Lasso es ternura y buenos sentimientos en el país de los hooligans, que cariñosamente llaman "el capullo" al nuevo entrenadorHe intentado conectar con su humor y buenrollismo, sin conseguirlo. Hasta revisé la primera temporada otra vez cuando estrenaron la segunda, por si me había pillado en un mal momento la vez anterior. Pero, nada.

Lo primero que me chirría es lo absurdo que me parece que la nueva dueña del club para ejecutar su retorcido plan se traiga al nuevo entrenador de Estados Unidos. Y digo yo que, ya puestos, ¿por qué no coge a cualquiera que pase por la calle y lo ficha? Supongo que es la excusa para poder meter chistes sobre las diferencias culturales entre el Reino Unido y Estados Unidos, un poco a lo Notting Hill, la comedia romántica protagonizada en los 90 por Julia Roberts y Hugh Grant. Aunque no estemos en Irlanda, la serie intenta que Apple haga su propia versión de El hombre tranquilo, de John Ford, en cuanto al concepto del extraño que viene huyendo de fantasmas de su pasado y se ve cautivado por su nuevo pueblo. Con su bigotito a lo Ned Flanders de los Simpsons, Lasso expande buen rollo, pastelitos y consejos de su forma de ver la vida. Solo le falta decir "córcholis" y "caramba".

Como si se hubiera inspirado en la obra de Paulo Coelho, hay un cartel pegado en la puerta del vestuario con la frase "Believe" (cree), trasladando el mensaje de que el Universo conspira para que se cumplan tus sueños. Pero vamos a ver alma de cántaro. Si no has hecho nada. Todas tus decisiones han sido equivocadas y para más inri, tampoco se puede decir que el equipo esté ganando. Lo habitual es que pierda. Y hasta podría decirse que se lo merece, porque Lasso no hace más que revolcarse en su ignorancia, episodio tras episodio.

Para la tercera temporada, que será la última de la serie, se nos anuncia el duelo entre Lasso y uno de sus pupilos, que se acabó pasando al lado oscuro. Nate (Nick Mohammed) era el chico de los recados desde el episodio piloto y, poco a poco, había ido ascendiendo en el equipo con los consejos que daba al inexperto Lasso nada más llegar. Conforme alcanza poder, hemos visto que, dentro de él, no había tan buenos sentimientos, sino que tras años de humillaciones arrastradas desde la infancia, se ha ido desarrollando demasiado rencor. La temporada se ha cerrado con la traición de Nate al aceptar el puesto para entrenar al equipo rival del Richmond, cuyo dueño es precisamente el ex de Rebecca, Ruppert Mannion interpretado por Anthony Stewart Head (el exmentor de Buffy Cazavampiros). De tratarse de otra serie diría que el duelo épico está servido para la temporada final. Pero es que eso de la épica en el fútbol a los americanos no les sale. Lo intentan, pero se nota que no es su deporte.

Por muchos seguidores que tenga Ted Lasso, personalmente yo me quedo con cualquiera de sus series competidoras, aunque acumulen menos galardones. Mi favorita sería Solo asesinatos en el edificio que con su segunda temporada va ganando cada vez más adeptos. La comedia protagonizada por Steve Martin, Martin Short y Selena Gómez fue una de las series revelación del año pasado y ha involucrado a este peculiar trío de detectives podcasters aficionados en la investigación de un nuevo crimen en el edificio Arconia, nombre con el que han sido rebautizados en la ficción los míticos Apartamentos Belnord de Nueva York. Con la excusa de las pesquisas criminales, aunque solo sea para acabar descartándolos como sospechosos, semana a semana conocemos a sus singulares huéspedes y la historia que hay tras ellos.

Otra de las series revelación que opta al galardón es Hacks, con el conflicto generacional entre una veterana cómica de Las Vegas y su nueva guionista milennial. El duelo interpretativo entre Jean Smart y la debutante Hannah Einbinder nos tiene enganchados a la pantalla y brindando momentos de gran televisión. Menos opciones tiene de ganar nada la cuarta temporada La maravillosa Miss Maisel, que aunque sigue un serie deliciosa, parece que el parón de la pandemia haya provocado que nos olvidemos un poco de ella y su nueva entrega ha pasado sin pena ni gloria. Y eso que hace nada, era lo más.

Destaca también la nominación de Abbot Elementary, que nos cuenta las vicisitudes de los maestros de una escuela pública norteamericana para poder atender a las necesidades educativas de un barrio humilde de Filadelfia, carencias que suplen con mucha vocación y una vocación por el servicio público. Otra invitación al buen rollo y a las energías positivas. Chúpate esa Ted Lasso.

Completan el cartel de nominaciones Crub your enthusiasm, (la veterana comedia de Larry David); Barry (la historia de un asesino en serie que quiere ser actor sigue en mi lista de títulos pendientes) y Lo que hacemos en las sombras (la comedia vampírica de Taika Waititi). Con semejante plantel de series, las veinte nominaciones de Ted Lasso me sigue pareciendo algo desproporcionado.