El Pentágono acelera los preparativos y envía más tropas al teatro de operaciones, y Bush arenga a sus soldados amenazando con desarmar a Sadam Husein por la fuerza. Palabras y gestos no coinciden y no es la única contradicción de Washington. El líder norcoreano, Kim Jong-il, más peligroso, dispone de armas de destrucción masiva aunque no de petróleo, y parece oportuno recordar los arsenales de Irán, India, Pakistán e Israel. La falta de lógica es más flagrante si se sabe que los inspectores de la ONU en Irak sólo han descubierto restos de un programa de armas desarrollado en los 80 con la ayuda de EEUU cuando el objetivo era el Irán de Jomeini..

Bush y sus halcones se empecinan con Irak y olvidan la pesadilla desestabilizadora de Palestina o los avances del islamismo extremista en Chechenia, Líbano, Pakistán o Indonesia. Europa debería evitar que se imponga con apariencia de unanimidad una diplomacia contradictoria, de doble rasero y de dudosa legitimidad en el necesario combate contra el terrorismo. Porque la guerra anunciada contra Sadam, en el mejor de los casos, nos deparará un escenario internacional más inestable y con una alarmante proliferación nuclear.