Tarde de paz y alegría/bullicio de peregrinos/plegarias entrecortadas/en las calles y caminos. Esta estrofa escrita por el franciscano Sebastián García marca cada día, y durante nueve jornadas, el comienzo del tradicional novenario en honor a la Patrona de Extremadura, celebrado en el monasterio de Guadalupe, centro espiritual y religioso, que estos días especialmente se viste de gala para recibir a miles de personas movidas por la devoción y la fe a Santa María de Guadalupe, la Morenita de Las Villuercas.

Como guadalupense y extremeño no podía dejar escapar la ocasión para escribir algunas palabras sobre percepciones, emociones y también sentimientos que durante estos días afloran en este rincón de Extremadura, y que envuelven a este pequeño pueblo cacereño de un misticismo excepcional, difícilmente de expresar con adjetivos o con alguna metáfora o símil adecuado, sin correr el riesgo de no ser comprendido o de banalizar en exceso, lo que sin duda es extraordinariamente relevante para muchas personas.

A pesar de que corren malos tiempos para las creencias religiosas, de que existen movimientos sociales en contra de ciertas prácticas y que hay quien se empeña en ejercer la confrontación radical y desmesurada contra la Iglesia católica, manifestaciones populares como las que en estos días se viven en Guadalupe ponen en evidencia ciertas tesis, y más bien parecen fortalecer lo que supuestamente está de capa caída. La devoción y el fervor a esta imagen forman parte de la historia reciente de Extremadura, de la fe y religiosidad de muchos extremeños y extremeñas, pero también de otros lugares de España y del Mundo. Sólo hay que darse una vuelta estos días por la Puebla para comprobar la dimensión espiritual y el alcance de este Santuario, percibir el ambiente que inunda sus calles y caminos de peregrinación que confluyen en ella, y con ello poder afirmar con rotundidad que Guadalupe y lo que representa tiene mucha vida, duende y es parte inseparable de la identidad regional.

*Ingeniero Técnico Agrícola.