Cuando llevas una pizca de tiempo escribiendo una columna como esta, se convierte en algo relativamente usual que te pregunten por ella. Más cuando, como es mi caso, no eres periodista, y tu mayor pretensión reside en que la opinión que vuelcas esté bien construida y, sobre todo, como siempre subraya un buen amigo, llegues a entretener. También suma, y mucho, que lo hagas en una cabecera tan reconocible, con solera, y cercana a su lector como lo es 'El Periódico Extremadura', mi casa desde hace casi cinco años.

Y sin duda, lo mejor que me ha dado esta especie de "diario de vida" son precisamente los lectores. En este caso, la condición de periódico muy integrado en región y ciudad acorta las distancias y favorece el intercambio. Ni una sola de las ocasiones en que alguien -conocido o no- me ha dicho que ha leído uno de mis artículos (aunque sea una sola vez, aunque no le haya gustado), he sentido otra cosa que no sea agradecimiento. Pero, también, esa cierta veteranía te otorga otras cosas. Distintas. Como, por ejemplo, el poder lanzar guiños, anudar referencias o directamente dedicar unas líneas a los tuyos.

En el mundo empresarial, hay un momento crucial para las empresas de reciente creación (las denominadas "start up"). En muchas ocasiones no son más que una buena idea, un proyecto, una conjunción de personas que luchan por sacar adelante su empresa. Y la (primera) cuestión a resolver es la financiación: crecer pasa por lograr inversión. Ante esa encrucijada, si consultan a un especialista en financiación la respuesta va a ser clara: para que alguien confíe en ti y en tu proyecto, debes ser su primer inversor. Claro que, afortunadamente, tú no eres exclusivamente tú, sino los tuyos. La "ronda cero" de inversión debe nacer de tu triple F: Family, fools & Friends. Familia, "primos" y amigos.

Hoy es un día muy especial para mí. De los escasos que cumplen auténticamente con esa condición, irrepetibles y emocionantes. Realmente, es "ese" día especial para dos personas muy cercanas. Dos personas a las que quiero, respeto y admiro. Dos personas que dan ese paso formal y público en una relación, la misma que todos los que tenemos la suerte de conocerlos hemos visto crecer y madurar a su lado.

Una de esas personas es familia, de ese tipo de familia que representa un perfecto espejo de ti mismo. Así que no te queda otra que sonreír hasta cuando mete la pata, pues es un reflejo de lo que tú ya has hecho o harás. Familia de la que, cuando compartes risas, hay algo más, reviviendo y viviendo, entiendo lo que solo vosotros comprendéis (¿tengo razón, eh? ¿tengo razón?). Ese grado de compenetración que tratar de explicar es un ejercicio innecesario.

El otro-bueno, decir que no es familia porque no hay apellidos comunes sería mentir. Es fácil hacer un hueco en tu vida y en tu corazón cuando la persona lo merece porque entra con cuidado y esmero, aprendiendo y compartiendo mutuamente. Cuando su primera sonrisa es generosidad, y la última, comprensión. Chicos, sois un regalo para mí y todos los que os rodeamos en la vida. Y sirvan estas breves y (muy) honestas líneas para desearos una suerte que realmente no necesitáis. Pero que tampoco sobra (guiño, guiño).

Un día así, ya saben, te permite reunirte con esa otra extensión de la familia que son los amigos. En esta vida acelerada, sin pausas y en la que ya pareciera que todos consultáramos la agenda para poder quedar, una ocasión de las que nacen obligatorias al final se hace imprescindible. Una oportunidad más para compartir, unos momentos para escuchar, unos minutos para brindar. Justo antes de volver a esas rutinas que a veces se convierten en jaulas de oros. Alguien dijo que los amigos son un presente. También un pasado y un futuro (en mal juego de palabras).

Family, friends- ¿qué queda? Ah, fool. Bueno, como en el póquer, ten claro que si no sabes quién es el primo en la mesa, ya puedes dar por sentado que eres tú. Hoy, desde luego, asumo con alegría ese papel, si implica estar cerca y poder unirme a las otras dos "efes".