Faltan solo seis días y este fin de semana estaba previsto que se agotaran las plazas en los 200 autobuses que hay disponibles en Extremadura para llevar a Madrid el sábado 18 la protesta entera de la Comunidad que, por primera vez, se levanta unida por algo, por el tren.

No hay más, son todos los que se pueden alquilar y ese lleno -a partir de este lunes 13 los interesados recibirán por sms la confirmación de asiento-- garantiza por sí solo una asistencia de 10.000 personas a las que habrá que sumar las que vayan en coche particular en el día o aprovechen el fin de semana en un Madrid otoñal, y las que desde la propia ciudad y municipios de esa Comunidad, y sus ciudades del sur están llenas de extremeños, se acerquen en transporte público a la plaza de España.

Un sindicalista extremeño del sector ferroviario, Francisco Naranjo, que ha ocupado cargos nacionales y regionales de Madrid en CCOO, señala estos días que a diferencia de las protestas de «cuatro gatos» de los años ochenta, esta vez se ha conseguido un clamor social por que la determinación de los extremeños ha sido firme -pese al drástico cambio de comportamiento o al menos actitud del Gobierno central--, y porque la situación de los trenes e infraestructuras es increíblemente peor en muchos aspectos que la de entonces.

Pero sobre todo porque las redes sociales, y el trabajo por fin de los medios de comunicación extremeños -algunos de los cuales se pusieron de perfil hace un año con la concentración de Badajoz, todo hay que recordarlo, y la ola les arrastró--, han propiciado una circulación de noticias e indignaciones que han movilizado a mucha gente y en especial a la quizá parte más activa de nuestra sociedad, los jóvenes profesionales, los jóvenes estudiantes, que por la desgracia laboral actual quedan obligados a desplazarse con frecuencia, están hartos de hacerlo en coche y exigen un transporte de gestión pública, y el tren lo es, con al menos la misma calidad que ven en las comunidades donde trabajan o estudian.

Todo esto es lo que ha hecho cambiar al menos la actitud del Ministerio de Fomento y sus apéndices ejecutivos en materia ferroviaria, Adif (las vías) y Renfe (los trenes), en algunos de cuyos importantes despachos ni conocían, ni les importaba, la situación de la comunicación por ferrocarril de esta Comunidad. Días atrás ha sido un placer para algunos ver el desconcierto de directivos de Renfe, que tenían reunión en Mérida, cuando al consultar los horarios veían que era imposible ir y venir en el día desde Madrid, y con gran enfado, y posiblemente vergüenza al verlo en carne propia, tenían que pernoctar en Extremadura.

Con el ministro de Fomento De la Serna se ha encontrado por fin un interlocutor al menos comprensivo, y la reacción del presidente de ADIF reconociendo que no se explicaba cómo tenemos tan mala comunicación es toda una prueba de cuán necesaria es la concentración del 18N, pese a que aún hay un pequeño sector que no la comparte: en una encuesta hecha por TrenDignoYa solo un 4% de participantes dice que no piensa acudir. Algunos prefieren quedarse en la diferencia, aunque eso es mejor que la indiferencia.

Este lunes el ministro de Fomento viene de nuevo a Mérida, y antes de que lo vuelva a decir es cierto que los ritmos de trabajo en la plataforma de alta velocidad son intensos y se puede comprobar estos días que anochece pronto cómo la maquinaria siguen faenando bajo focos de luces. Ya podrían haberlo hecho antes, a nadie le importaba esto hasta que sindicatos, patronal, con Junta, tiraron del carro, y los partidos políticos se sumaron con más o menos convicción; y eso ha arrastrado a una sociedad que, como debe ser, ahora va por delante de ellos.

Es importante, como se acaba de conocer, que la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha apoye el 18N y en Talavera de la Reina se subirá al tren físico, y al simbólico en el que vamos todos, su consejera de Fomento.

Es muy posible, y todo lo indica así, que por fin como colectivo demos la talla. Estamos obligados a que sea un éxito.