El sábado 18-N fue un gran día para Extremadura en el que se rompió la lasitud social de esta región, tras las manifestaciones de hace décadas contra la Central Nuclear de Valdecaballeros y por la ubicación de los Centros Universitarios en Mérida, Plasencia y Don Benito-Villanueva, en la que varios miles de personas marcharon a Madrid, esta vez para volver en el mismo día y no como emigrantes definitivos, a exigir un «tren digno», y eso hay que celebrarlo por lo novedoso. La sociedad tiene que exigir demandas que son justas, como ésta en cuestión.

No obstante, la muestra de repulsa a un tren infame como el que recorre la región extremeña llega con mucho retraso, aunque la dicha sea buena. Al final, se ha pedido algo que se podía haber conseguido hace tres lustros si no se hubiesen empecinado algunos sectores en tener un AVE, carísimo y perversos resultados para una región de baja densidad demográfica, sin núcleos urbanos de importancia, como Extremadura. Circunstancia que se ha evidenciado en otros lugares similares por donde transcurría y hubo de cerrarse.

Ya me manifesté desde 2002 en varios foros, con relación con el Plan Español de Infraestructuras y Transportes (PEIT), que Extremadura debería apostar sin demora por un Tren de Altas Prestaciones (ahora lo llaman «digno»), que pudiese parar en las principales ciudades extremeñas sin desarticular el territorio (como haría el AVE, al detenerse sólo en una estación), con dos ramales: uno desde Badajoz- Mérida-Cáceres- Plasencia y Navalmoral, hasta Madrid y otro desde Badajoz-Mérida a Puertollano, por Don Benito-Villanueva-Castuera (haciendo de lanzadera con el AVE Sevilla-Madrid). Sin embargo, insistían algunos colectivos que eso era una petición absurda y que si no era AVE no querían otra alternativa por considerarla inferior o baladí.

Tras todo lo dicho, el pasado sábado vi que casi todos aquellos que criticaban mis planteamientos se desdecían y se plantaron en la Plaza de España de Madrid para reclamar lo mismo que yo avancé en 2002, pero con la adversidad de haber perdido tres lustros que eran suficiente para haber estado gozando desde hace algún tiempo de ese “tren digno”, que ahora paradójicamente se vende como un gran logro.

En cualquier caso esperemos que llegue ese «Tren Digno» (habrá que hacer una monitorización a las obras para que se cumplan los plazos tantas veces anunciados como falsos) y empiece a surcar nuestros campos para conectar interna y externamente nuestras ciudades.

En cualquier caso, la manifestación del sábado ha servido, y esto es muy plausible, para salir con energía a reclamar lo que en justicia nos pertenece, algo poco corriente en el tradicional espíritu pusilánime de los extremeños. Y esto supone un cambio de actitud social de cambio positivo y de compromiso con su futuro. Soy optimista con que esto sea sólo el despertar de la gente de un largo letargo, para comprometerse con su futuro, que siempre estará en sus manos, si así lo anhela y lo exige.

Habrá que seguir con más reivindicaciones en Extremadura para que los jóvenes y desempleados mayores tengan un empleo digno y oportunidades de inserción, para que haya un cambio en la estructura productiva y que seamos eficientes y competitivos, para evitar excesivas restricciones ambientales que impiden el aprovechamiento racional de los ingentes recursos naturales y su propio mantenimiento, etc.

Como dice el proverbio «todo largo camino empieza con un primer paso», pues ya está dado. ¡¡Adelante!!