Somos gente pacífica, somos buena gente…» «… som bona gent...» repiten, sin pausa y con voz ténue, todos los que son secesionistas en Cataluña empezando por Oriol Junqueras. Un mantra que aplaca los ánimos encendidos de muchos pero no de todos y que, como acostumbran los artífices de las identidades colectivas auspiciadas desde los poderes públicos, intentan identificar como característica identitaria de los que son auténticos: de raza catalana pura. Y así, patrimonializan el concepto de pacífico como exclusivo y frente al otro, dando por descontado que si no estás conmigo estás contra mí y por tanto: «...no ets bona gent...».

Sánchez, ha decidido emular la táctica. Él y sus ministros se colocarán en el centro del rebaño secesionista para escenificar que el gobierno de España practica la trashumancia en su territorio con serenidad, por derecho, porque también el resto de los españoles «som molt bona gent» por las mismas supuestas cuestiones identitarias. Quizá Torrá crea que hay pueblos que son por razones de identidad «molt dolents».

Pero… si tanta gente buena se reúne solo pueden ocurrir buenas cosas ¿no?

No se explica entonces la presencia de planes de seguridad superlativos para los pastores y las ovejas. Claro que ya lo reza un proverbio español «debajo de la lana, no siempre hay un cordero» y la celebración del Consejo de Ministros en Barcelona pondrá en evidencia esta realidad.

Sánchez y sus ministros han apostado por, ya puestos, iniciar además el esquilo, un trabajo duro y cansado pero dicen, los que lo practican, que necesario y gratificante. Y han decidido ir a Barcelona a iniciar la faena. Es el momento de ver si los ganaderos y agarradores, que se cantan mantras pacíficos, se dedican a la cría de corderos y también... de lobos.