Los que tenemos la tarea de enseñar a los jóvenes, nos solemos apoyar en ejemplos cercanos de la actualidad para facilitar a nuestros alumnos la comprensión del mensaje que les queremos hacer llegar.

Antes, cuando nosotros éramos alumnos chicos de escuela, tuvimos la suerte de entender muy bien el espacio y el tiempo que expresaban los verbos. Nos sabíamos el modo indicativo, subjuntivo e imperativo, con todos los tiempos que pertenecían a cada modo. Con el paso de los años y los cambios en los sistemas educativos, parece que notamos en nuestros jóvenes ciertos problemas en fijar en el tiempo y el espacio los diferentes nombres de los tiempos de los verbos que aparecen en las gramáticas.

Por eso, el problema que podíamos tener a la hora de entender el tiempo presente, el imperfecto y el pasado, nos lo soluciona, en gran medida, la marcha del partido político morado, que irrumpió en la política no hace mucho tiempo. Después de varios días viendo a gente indignada en la Puerta del Sol de Madrid, que fue cuando, entre otras pancartas referidas, por supuesto, a nuestros políticos, comenzamos a ver y leer aquella que decía «No hay pan para tanto chorizo», entre otras, surgió un partido que decía «Podemos», en presente de indicativo.

Y, efectivamente, «podían», en pretérito imperfecto. Y podían porque tenían posibilidades de hacer política y de convencer. Así que utilizaron el nombre «podemos» en presente, porque podían, en pretérito imperfecto. Aquí el tiempo imperfecto lo entiende perfectamente el alumno porque, aunque es pasado, todavía se puede, o sea, el presente y el imperfecto tienen posibilidades todavía en el futuro.

Pero en el partido de Podemos, que entonces podían, comenzaron a pasar cosas extrañas. Sus fundadores no se entendían y comenzaron a «rodar cabezas». Algunos no se ponían de acuerdo con lo que decían y luego hacían y comenzaron a hacer cierta la frase de Paulo Coelho, que dice que «cuando el político de izquierdas afirma que se mete en política para acabar con la pobreza, se refiere únicamente a la suya». Aquí ya empieza a entender el alumno la diferencia entre el podemos del presente y el podíamos que es imperfecto. Y, aunque es imperfecto y antes «se podía», desde la perspectiva actual empieza a convertirse en poco posible en el futuro.

Esa imposibilidad que nos indica el imperfecto podíamos pasa irremediablemente y, sobre todo, con el poco orden que parece haber en la casa morada, a un pretérito indefinido de antes o pretérito perfecto simple que es como se llama ahora. O sea, se convierte en un pudimos, con lo que nuestros alumnos ven con perfecta claridad el significado de podemos, podíamos y pudimos, apenas sin entrar en política.