La primera vista de Estado de los Reyes de España a Marruecos se ha realizado después de varios aplazamientos, aunque se ha hecho en un formato más reducido del previsto y del que hubiera sido de desear dada la buena vecindad entre dos países con intereses comunes. Estados que comparten además importantes relaciones comerciales. La cuestión del Sáhara así como Ceuta y Melilla son siempre temas espinosos que Rabat sabe jugar según su conveniencia. Sin embargo, ambos países han sido capaces de abordar problemas generadores de mucha tensión como es el de la pesca que, por el momento, ha encontrado un cauce de solución. La cuestión que hoy más preocupa es la de la inmigración. En este caso, la negociación y el acuerdo entre ambos países son necesarios. Felipe VI le ha pedido a Mohamed VI un mayor esfuerzo para el control de las fronteras. En el pasado, Marruecos ha hecho de gendarme para controlar los flujos migratorios hacia Europa y combatir a las mafias del tráfico de personas, pero esta misma tarea la ha usado como instrumento de presión ejerciendo un mayor o menor control. España ha ofrecido a Marruecos apoyo para reforzar las fronteras y, como miembro de la UE, está dispuesta a tener un papel decisivo en la asignación de fondos para el país norteafricano en una cuestión que es crucial para ambos países y también para la Unión. Eso es lo que exige una buena vecindad.