Es una sensación dolorosa la que sufre esta humilde opinadora cuando escucha a cualquier político aprovecharse de la totalidad del pensamiento de un colectivo, ya sea el pueblo español, el catalán, el británico, la comunidad de regantes, las mujeres, los defensores de la foca monje, el colectivo LGTB o cualquier otro grupo humano en el que, aparte de lo que los une, habrá opiniones de todo y sobre todo. Suele ese político hablar como si fuera poseedor en exclusiva de los siete dones del Espíritu Santo, en especial de los de sabiduría, ciencia e inteligencia.

Así que perdónenme hoy este dolorido desahogo en el que expreso mi impotencia, a partes iguales revestida de rabia y de angustia, por no poder responder, cada vez que oigo a la, espero que ya breve, ministra portavoz del Gobierno, informar sobre las deliberaciones del Consejo de Ministros, como nimbada de un halo de lengüecitas de fuego bajadas en ese mismo momento del Altísimo, y utilizar el don del consejo a la oposición en forma de velados insultos, elevar a los altares los logros que pudieron haber sido y no fueron de su gobierno a causa de la maldad de aquella- la oposición -y sobre todo, apoderarse de las intenciones del amplísimo y variopinto pueblo español.

Dice la ministra que lo que quieren los españoles es un gobierno que trabaje. Y yo le respondo que no hable por mí y que lo que el gobierno ya no ha hecho no es momento de hacerlo cuando se acaban de convocar elecciones y que es ilegítimo utilizar la plataforma que le brinda su posición institucional como trampolín para endilgarnos propaganda electoral.

Y dice la ministra que Arrimadas es una insensata por ir a Waterloo, y mientras con voz angélica eleva a su gobierno a los altares del diálogo con mejilla ofrecida y abofeteada innumerables veces por los golpistas, obvia que esa mejilla representa no solo a la porción del PSOE todavía no purgada que apoya a Sánchez, sino a todos los españoles a los que debieron proteger y no protegieron de tanta humillación. En lugar de apropiarse de su enmudecida voz.