Se abre el telón. Despacho de Pedro Sánchez. Éste sigue sentado en su sillón conversando en voz muy baja -que el público no puede oír- con Joan Tardá y Carmen Calvo. Ambos están sentados en sillas confidentes. Por otro lado, Pablo Casado y Albert Rivera mantienen una conversación que los espectadores pueden escuchar.

Pablo Casado: «Esos tres traman algo, no me fio». Albert Rivera: «Yo tampoco, por eso lo primero que voy a hacer cuando llegue a la Moncloa es aplicar el artículo 155 en Cataluña». Pablo Casado: «Perdona Albert, pero el próximo presidente del Gobierno seré yo, y aplicaré el 155. Y además, pienso en el no al aborto y al matrimonio gay en Cataluña».

En ese instante entra en el escenario Santiago Abascal, agitado: «¡Pablo, Alberto, necesito vuestra ayuda, en la calle hay miles de feministas muy cabreadas que están haciendo un escrache a nuestra sede y mis hombres solos no pueden con ellas. Sacad a vuestros militantes para contraatacar!».

Pablo Casado: «Tranquilo Santiago, mis chicos y yo estamos contigo. Vamos, hoy por ti y mañana por mí».

Santiago y Pablo salen apresurados del escenario, pero Albert Rivera no se mueve. Pedro Sánchez desatiende a Carmen y a Joan, y se dirige a Albert Rivera: «¿Tú no vas?». Albert Rivera: «Me lo estoy pensando, es que Santiago no termina de caerme bien, hay algo en él que no acaba de convencerme». Pedro Sánchez: «Pues claro, deja a Pablo y a él con sus causas reaccionarias. Te voy a regalar un libro firmado, como prueba de mi amistad». Albert Rivera: «¿No dices que esos 154 son para los independentistas catalanes?». Pedro Sánchez: «Sí, pero tengo el 155 reservado para los buenos amigos como tú». Abre un cajón y saca un libro que le muestra a Albert Rivera, luego lo firma mientras lee en alto: «A mi amigo Albert Rivera, con cordialidad y afecto, por los viejos y los nuevos tiempos». Le entrega el libro a Albert. Éste ojea la portada y la dedicatoria: «Gracias Pedro. Ahora me voy, no quiero que Pablo crea que hago tratos contigo y lo vaya diciendo por ahí».

Albert Rivera abandona el escenario a la vez que exclama al público: «A mí me regalan libros; a otros les regalan masters». Fin del tercer acto.