Si nos pregunta alguien por el significado de «indolencia» y vamos al diccionario para definir la palabra correctamente, leemos: «cualidad de indolente, o actitud del indolente». Vamos entonces a indolente y nos dice: «Que tiene pereza y falta de voluntad para hacer una cosa, apático, perezoso, linfático, calmoso y flemático». No obstante, para dejar claro el significado a quien nos pregunta, estos adjetivos los debemos ilustrar con ejemplos vivos, y el mejor ejemplo que se me ocurre es analizar la actitud del ciudadano extremeño ante las promesas que le hacen los políticos.

Cuando un político tiene ante él un ciudadano de Extremadura es un verdadero chollo. El político, del color que sea, disfruta prometiendo lo que le da la real gana, porque sabe que cuando no lo cumpla, ahí va a estar este ciudadano extremeño, situado a orillas del Duero, extremo y duro, aguerrido, fiel, noble, firme, confiado, que le va a dar igual todo. Le da exactamente igual que nos hubieran prometido una autovía que unía Plasencia con Cáceres y que se hiciera realidad más de 20 años después de prometido.

El extremeño del norte, apático y linfático, se quedaba tan tranquilo, hace ya años, al ver una autovía que se acercaba a nuestra tierra, que llegaba desde Madrid hacia Badajoz, pasando por Trujillo, y dejaba a Cáceres a un lado, con la boca abierta, a unos pocos kilómetros de distancia del trazado de la autovía, con el agravante, además, de que el color político del Gobierno de España entonces y el de la alcaldía de Cáceres era el mismo. Luego llegó la autovía de Cáceres a Trujillo, pero como siempre, tarde. Y nos siguen prometiendo otra autovía que una las dos capitales de provincia, que ya llegará. No sabemos cuándo, pero ¡bueno! ...

¿Y qué decir del AVE? Nos lo prometió la vicepresidenta Teresa, que en el 2010 habría AVE en Extremadura, y nos lo aseguró Zapatero. Pedro Sánchez empeñó su palabra en que el AVE sería una realidad. Y esto por parte del PSOE, pero el PP hizo lo mismo. Rodrigo Rato llegó a decir que pasarían los trenes por Extremadura tan rápido que casi no se verían (creo, sinceramente, que éste fue el que más verdad dijo, porque todavía nadie ha visto ninguno).

José María Aznar también lo prometió y Álvarez Cascos, que dijo que Extremadura tendría un AVE de primera división. Y José Blanco y Ana Pastor y Mariano Rajoy, Ibarra, Vara y José Luis Ábalos, y cualquier político que se os ocurra es capaz de prometer el AVE para Extremadura porque, con no cumplirlo, todos tan contentos. Y, posiblemente, hasta con mejores resultados en las urnas que la vez anterior.

Es tal la desidia y apatía que, incluso con el trazado de la moderna vía estrecha en marcha, van algunos extremeños y dicen que, si el AVE no llega, por lo menos que venga un tren que sea bueno, que sea digno. Yo, más que un tren digno, lo que pediría sería más políticos dignos que cumplieran su palabra y trajeran, de una vez por todas, el AVE a Extremadura.

Pero, ya se sabe, después de esperar, tras tanta mentira tanto tiempo, después de ser vejados y olvidados hasta el final, todavía sigue resurgiendo, a orillas del Duero, el extremeño conformista, indolente, fiel, firme, apático, perezoso, calmoso, flemático y, sobre todo, «huevón». Así nos va. ¡No nos puede ir de otra manera!