FERROCARRIL DE LUJO

Bienvenidos al tren-aventura

Araceli Palacios Alfonso // Zahínos (Badajoz)

Menos mal que a Zahínos no ha llegado nunca ningún tren. Y no hablo solamente en sentido metafórico. Digo esto porque, de haberlo hecho, se podría haber cumplido la maldición que pesa hace más de treinta años, sobre mi querido progenitor. Y es que, regentar un comercio de pueblo, tiene sus riesgos. Uno de los «riesgos» era una clienta catalana, que veraneaba en Zahínos con su marido oriundo. Pues un día, vaya usted a saber el porqué, se enfadó con mi padre. Lo que sea compró que no le resultó como ella quería. Volvió «con las de Caín» al comercio. Entre otros muchos órdagos que prorrumpió, en un ataque de furia desmedida contra mi padre, dijo lo siguiente: «Ojalá te pise un tren». Por supuesto sirvió de risa—todavía sirve— porque semejante desvarío no se le ocurre a cualquiera en su sano juicio. Que te pise un tren en Zahínos es tan fácil como que te aterrice un avión en la chimenea. Y , como máximo, en las chimeneas de Zahínos, lo que aterrizan son pardales y algún tábano.

Aunque, fuera del pueblo, tampoco es que haya muchos trenes. Y los que hay, no están para atropellos; son un atropello en sí mismos. Los trenes de Extremadura, cuando hace calor, aprovechan para estropearse en los rastrojos, y cuando no se estropean, se quedan sin gasolina. Uno sabe dónde y cuándo se monta, pero lo demás es un misterio. Así, los valientes que compran un billete, se hacen a la idea de que emprenden una expedición por tierras inhóspitas, que ríase usted de las penalidades que sufrió Livingstone en África. Pero aun así, los extremeños estamos esperanzados y contentos porque nos han prometido en las diversas campañas electorales —ahora sí que sí—, que el próximo gobierno que se recueste en las poltronas de la Junta, nos pone unos trenes de estrena. Oye, con etiqueta y todo. De los que no se paran con la mano. De los que llegan al sitio. De los que llevan un masajista gratis para cada usuario. Y piscina climatizada. Y no usan gasolina, sino que van remolcados por unicornios rosas. ¡Uy, que me embalo! Igual no son rosas... pero sean como sean ¡por dios santo! Que no llegue ningún tren a tierras zahineras. Que ya tenemos bastante maldición con la mina de uranio que nos quieren colocar como para que se cumpla también la maldición del atropello. Dehesa sin uranio.

REDES SOCIALES

La influencia de Twitter

Jorge Segura // Barcelona

España es el décimo país en número de usuarios de Twitter, con 6,34 millones. Evidentemente, no todas estas cuentas pertenecen a una sola persona o están activas. Aunque así fuera, esta cifra supondría un 7,3% como máximo de la población española. Con este porcentaje, parece desproporcionada la importancia dada a las polémicas nacidas en esta red. No se deben menospreciar sus cualidades y su capacidad de influencia, pero debemos ser conscientes tanto de la representación real que supone como de las normas implícitas en este medio social.