Son estos tiempos gran pluralidad política, alejados de las rigideces del bipartidismo, en los que más que nunca los pactos poselectorales son cruciales para decidir el color de los gobiernos de la mayoría de los ayuntamientos y autonomías españolas que fueron elegidos el 26-M. El sistema político español no está habituado a los pactos, que en demasiadas ocasiones son percibidos no como una necesaria, y saludable, acción política sino como una derrota o un intercambio de cargos y prebendas. En este sentido, bienvenida sea una nueva cultura de la negociación y el pacto para hallar un punto medio que evite el bloqueo de las instituciones. La responsabilidad institucional debe ser el principio rector del periodo negociador que se abre ahora, y no alcanzar el poder para impulsar agendas divisivas o como mecanismo para sobrevivir políticamente.

A nivel nacional, los pactos son imprescindibles. En este caso, los protagonistas son los partidos de la derecha (PP y Cs), que pueden gobernar plazas conquistadas por la izquierda (como es el caso del ayuntamiento y la comunidad de Madrid) si repiten un pacto a la andaluza con Vox. El líder del PP, Pablo Casado, ha olvidado su efímero viaje al centro para abrir de par en par las puertas a pactos con la ultraderecha que incluya la entrada de Vox en los gobiernos de autonomías y ayuntamientos. Es lamentable pero no sorprendente, dado que igual que sucedió en Andalucía abrazarse a Vox es la única forma que tiene Casado de convertir derrotas (el PP ha sido derrotado en las tres convocatorias electorales del 26-M) en victorias. En una situación más delicada está Cs, al que cada vez le cuesta más defender que el cinturón sanitario hay que colocárselo al PSOE y no a Vox. Ayer suavizó un poco este discurso, opuesto a lo que propugnan sus colegas del grupo liberal en el resto de Europa, pero queda por ver qué va a suceder. Es conveniente repetirlo las veces que sea necesario: legitimar a la ultraderecha y abrirle las puertas de las instituciones no es propio de formaciones democráticas.

Extremadura a nivel autonómico es un caso aparte, ya que la mayoría absoluta lograda por el PSOE de la mano de Guillermo Fernández Vara no necesita de pactos para formar gobierno ni para sacar adelante sus presupuestos anuales. Cosas distinta son los ayuntamientos de Cáceres y Badajoz, donde el partido más votado ha sido el PSOE pero es Cs quien tiene la llave de la gobernabilidad, con la texitura de la formación naranja de si apoyar a los socialistas o conformar mayorías con PP y Vox. La hora de los pactos ha llegado y las dudas hay que resolverlas más pronto que tarde.