El todo a la derecha de Albert Rivera y la negativa de Pablo Iglesias a aceptar una coalición acotada (con Irene Montero de vicepresidenta segunda) tras su anterior rechazo al pacto a la portuguesa, han dejado al PSOE en una posición muy incómoda. Según los resultados del 28-A, reforzados en las europeas y municipales de mayo, solo Pedro Sánchez puede ser presidente. Pero tras el fracaso del pasado jueves, la investidura en septiembre no está garantizada y unas nuevas elecciones no se pueden descartar.

El PSOE está unido, pero la semana pasada ha permitido ver tres sensibilidades distintas, aunque no antagónicas. Las tres marcan el futuro. La primera, quizás la dominante en el partido, incluido el PSC, se puede personalizar en el ministro Ábalos. La radicalidad de Iglesias -que incluso molestó al PNV, Bildu, ERC e IU- al rechazar el Gobierno de coalición acotado, les ha descolocado. Montero de vicepresidenta no gustaba, pero el premio era la investidura.

Nadie podría ya derribar a Sánchez (salvo casi imposible moción de censura) y si las cosas iban mal siempre se podía romper la coalición. Y gobernar en minoría o ir a elecciones en 47 días, no en un plazo tan largo como noviembre. Este sector estaría tentado de volver a la coalición acotada si Iglesias acabara renunciando a la coalición-coalición, como apuntó en su discurso final de la investidura. Pero la via portuguesa (pacto con Podemos, pero fuera del Gobierno) es hoy la opción preferida.

La segunda sensibilidad la ha expresado Felipe González, aunque Josep Borrell, otros ministros, algunos barones e incluso Sánchez la comparten parcialmente. Un Gobierno con Podemos dañaría la estabilidad económica (y la política) y lanzaría un mensaje inquietante por poco europeo. Más valdría buscar otra alternativa para la investidura. Pero este camino no tiene salida. Rivera fantasea con adelantar al PP siendo más fiero contra Sánchez y Pablo Casado quiere recomponer el PP, que ha bajado de 137 a 66 diputados, a base de primar a los duros pero sin sepultar del todo al centro-derecha. Así lo sugerido por González-Aznar: que el PSOE permita la investidura cuando el PP no tenga mayoría, como acabó pasando en el 2016, y a la recíproca, parece hoy una quimera. Lo de Cayetana Álvarez de Toledo lo confirma.

La tercera posición sería la de Sánchez, la negociadora Carmen Calvo y el asesor Iván Redondo (entre los dos últimos hay fricciones). Quieren enterrar la coalición con Montero y aumentar la presión para que Iglesias acabe aceptando la via portuguesa. La encuesta del CIS del martes ayudaría. Y, caso contrario, tras volver a denunciar a la derecha (sin dejar de tentarla), afrontar otras elecciones remarcando que el PSOE es un partido de izquierdas, pero centrado y el único responsable.

Vale, pero de aquí a noviembre puede llover mucho, España seguiría en la provisionalidad y hay el riesgo de que electores progresistas, desmovilizados por las trifulcas de la investidura, se acaben quedando en casa.

* Periodista