La situación de Cataluña, con ser muy grave y preocupante, nos está cegando el conocimiento y análisis de acontecimientos de la vida cotidiana a los que, en mi humilde opinión, deberíamos prestar más atención. Soy consciente de que, en los tiempos electorales que transitamos desde hace tanto tiempo, es muy difícil poner el foco en cuestiones que tienen que ver con la vida, o la muerte, de personas anónimas. Por eso, en las siguientes líneas me voy a olvidar de la cuestión catalana para reflexionar sobre algunas noticias que hemos conocido estos días, de las que cualquiera de nosotros podríamos ser protagonistas, y que no han suscitado la atención que merecían.

La primera es la aparición, en Madrid, del cadáver de una mujer de 78 años. La noticia en sí misma hubiera pasado desapercibida si no fuera porque llevaba 15 años muerta en su propia vivienda y, a lo que parece, nadie la había echado de menos en todo ese tiempo. Como digo, una muerte anónima de una persona igualmente anónima que, sin embargo, debería hacernos reflexionar sobre el tipo de sociedad en la que vivimos. Porque, ¿cómo es posible que ningún familiar la echara de menos en 15 años? Porque la mujer tenía familia, por muy raro que pueda parecer. Y quizá no lo sea tanto.

El problema es que, sobre todo en las grandes ciudades, aunque no solo, estamos tan ocupados en nuestros asuntos del día a día que no prestamos atención a quienes nos rodean: incluso a los familiares en este caso. Es verdad que, al principio, los vecinos se preocuparon al no ver a la mujer, pero eso fue todo. Por lo que sabemos, su familia ha tardado 15 años en acudir a su casa; cerrada por dentro. No sé si mi edad me hace más sensible a este asunto, pero lo cierto es que el suceso nos muestra muy a las claras la deshumanización de esta sociedad nuestra y, también, la falta de respuesta de las autoridades al problema de los mayores. Una falta de respuesta que se hace más grave si tenemos en cuenta el envejecimiento de la población española. Un asunto, cuya solución no aparece destacado en los programas electorales.

La segunda noticia que quería comentar, que nos puede resultar más lejana, ha sido más comentada y difundida que la anterior, quizá por el componente amarillista que se le puede aplicar. Y que se le ha aplicado en las televisiones. Se trata de la muerte de 39 jóvenes migrantes vietnamitas que han muerto asfixiados en el interior de un camión; en Inglaterra. Un suceso este que ha dado mucho juego en los medios, que hasta nos han mostrado el último mensaje que una de las jóvenes fallecidas le envió a su madre poco antes de morir, o los lamentos del padre de otro joven que era transportado, peor que el ganado, en el mismo camión. La verdad es que ambos mensajes hielan el corazón de cualquiera que tenga un mínimo de sensibilidad pero, al mismo tiempo, nos vuelve a mostrar la falta de humanidad de nuestro mundo.

Porque este suceso tremendo se explica por sí mismo y nos ofrece algunas claves para conocer la realidad que vivimos: en primer lugar, las graves desigualdades que existen en muchos lugares del mundo; y dentro del que llamamos mundo desarrollado. En segundo lugar, que algunas personas están dispuestas a saltarse todas las normas, legales y morales, a cambio de dinero. Más preocupante aún es que, en nuestro entorno, algunos partidos políticos se empeñen en convencernos de los males de la inmigración, sin distinguir entre víctimas y verdugos o, dicho de otro modo, entre necesitados y aprovechados. Lo peor es que todavía haya gente que les compra el mensaje. Y les vota precisamente por eso.

Y ya por terminar, una noticia que no ha tenido toda le relevancia que merece y que, aunque parezca lo contrario, tiene mucho que ver con las dos que comentaba: desde que estalló la crisis económica, se han multiplicado el número de millonarios y el de pobres. En este caso concreto estamos hablando de España.

*Periodista.