Lástima que lo de ayer sea hoy puro artificio. Ojalá me equivoque, pero los resultados electorales deberían dar una mayoría suficiente para que en nuestro país gobernara una suma política suficiente que consiguiera sacar adelante los retos y, por supuesto, tratara de resolver los grandes y pequeños problemas con los que se encuentran cada día los ciudadanos de este país llamado España.

Sin embargo, lástima del escéptico que soy, sospecho que todos los políticos españoles (no salvo a ninguno, me dan igual las siglas) volverán a caer en los mismos reproches para descrédito de la ciudadanía que les ha votado, aunque sea en menor medida. Ni los propósitos de enmienda les salvan en esta sociedad polarizada por los likes en redes sociales y tan poco ducha en pagar por la cultura. Así es nuestro mundo, tan permeable a los artificios de los gestores públicos y tan despegado al desmelenarse cuando llegan los sábados y hay que tomar copas para socializarse.

Tan curiosos son estos tiempos de excesiva exposición en la red de los internautas que hasta es sencillo saltar a la palestra cuando menos te lo esperas. Qué les voy a contar de quienes también juegan al puro artificio cuando inventan otra vidas o saben que la realidad verdadera nada tiene que ver con la del fin de semana. Hace tiempo que me negué a aparecer en fotos en Facebook o Instagram. Respeto a quienes eligen exponerse por razones inconfesables en los escaparates de este tiempo, pero admito que me da grima hacerlo porque no sabría discernir a qué público va dirigida mi existencia. Y así pasa con muchas otras cosas que nos pueden y que me niego a detallarles. De momento, me conformo con creer que hoy no puede ser igual que ayer. Que, haya pasado lo que haya pasado en España, tiene que haber un Gobierno. Y no me pregunten a quién he votado. Les diré que lo hice. Solo espero que no me defrauden.

* Periodista