Quiero presentarles mi opinión sobre el hecho de que jóvenes de Europa, Nueva Zelanda y Estados Unidos salgan a las calles para exigir medidas contra el cambio climático. Soy una chica joven y hace ya muchos años que oigo el término cambio climático, y aun así no veo soluciones puestas en marcha para resolver este problema de forma definitiva. Es cierto que existen estudios que demuestran que, aunque mañana se detuviera toda la emisión de gases de efecto invernadero, la inercia existente continuaría fundiendo los casquetes polares. Y es una pena aceptarlo, pero cada vez nos acercamos más al punto de no retorno. Sin embargo, todavía estamos a tiempo de luchar contra el mismo tiempo; el problema reside en la mentalidad de personas que creen que cuando ocurra una catástrofe, ellos ya no estarán en la Tierra. Un bonito argumento para quedarse de brazos cruzados viendo la televisión en tu sofá o en tu apartamento en la playa. Lo que no se imaginan esas personas es que en 50 años puede haber una subida del nivel del mar que afecte a ciudades como Barcelona, Miami o Sídney. La realidad es que vivimos en una sociedad egoísta y acomodada en la que cuesta ver a personas que deciden manifestarse por un bien común. Por esta misma razón hay que aplaudir a aquellos que están luchando hasta por aquel señor con corbata que solo piensa en su televisor y su apartamento en la playa.