Cuando todo esto acabe y salgamos adelante, porque lo haremos, no seremos los mismos, como dice Murakami. La distancia con la que nuestra sociedad ve los problemas de otros ha sido la causa del desconcierto cuando hemos visto que nos afectan a nosotros, y la tardía y descoordinada respuesta de los responsables administrativos, es lo que ha provocado la desconfianza de los ciudadanos.

Pero a partir de ahora sabremos que todo es posible. Creeremos que, cuando China avisa de que un virus se propagará por el mundo, será cierto; que cuando Italia haga un llamamiento a España, advirtiéndonos de que se tomen medidas urgentes porque ellos cometieron el error de esperar, haremos caso en lugar de prorrogar medidas importantes y urgentes, en aras de intereses políticos que aconsejaron asistencias masivas a celebraciones.

Hemos confiado, al menos yo, en la opinión de un experto que tiene un curriculum en epidemiología más largo que un día encerrada en casa (disculpen la revisión libre del dicho); un experto que es una de las personas con más conocimientos y herramientas para ver lo que se nos venía encima, una pandemia. Y en esa confianza estábamos, cuando le oímos proclamar el 13 de febrero, «no existe un criterio sanitario para suspender el Mobile World Congress», cuando escuchamos que aseguraban tanto él como el consejero Vergeles, que el coronavirus no era grave y no era especialmente letal.

Pero a partir del 9 de marzo, toda la tranquilidad, toda la confianza, se derrumbó al desencadenarse los hechos que nos han conducido al Estado de Alarma. Tenía razón la vicepresidenta Calvo, nos iba la vida en ello y lo ocultaron.

Ahora hemos necesitado, como Hércules, desviar el río para limpiar los establos de Augía; decisiones drásticas que eviten la propagación del virus y el colapso de la sanidad, teniendo como objetivo común evitar más muertes. La vida ahora es lo importante, la vida de nuestros mayores, de nuestros enfermos, de nuestros hijos, de nosotros mismos. Y por ello, los ciudadanos, nos quedamos en casa y tomamos las medidas que nos aconsejan, porque es la parte de ese trabajo responsable que nos toca hacer.

Y aunque vengan tiempos difíciles, hagamos ingeniería social, construyamos una nueva fortaleza que nos proteja de las dificultades futuras, porque la unidad es lo que tiene, que siempre gana, y deseemos, a la vez, que las administraciones tengan éxitos en esta crisis porque así, ganaremos todos.

*Ingeniera agrónoma y diputada del PP.