Bocaccio situó su Decamerón en plena pandemia de peste en el siglo XIV y escribió una colección de relatos cortos divertidos, desenfadados, críticos, inteligentes, profundos o superficiales, eróticos o religiosos y no dejó títere con cabeza y se rió así de la vida como de la muerte, pero lo mejor es su prosa magistral. Ojalá el Covid haya servido también para que algún gran escritor alumbre su gran libro. Que puede pero yo todavía no he tenido la suerte de encontrarlo.

Muchos novelistas, magníficos o no, basaron sus obras en la realidad. Y como esta supera a la ficción, a una le resulta muy divertido leer los periódicos. Fíjense si no en la sabrosa lista de historias actuales, todas ellas capaces de alcanzar el estatus de novela adictiva si a su escabroso argumento se le añade una buena prosa, desnuda de adornos innecesarios pero capaz de atrapar la imaginación y los sentidos, con el ritmo apropiado, la profundidad psicológica adecuada y, sobre todo, la habilidad para retratar la sociedad caótica y envenenada en la que han nacido.

Ahí en los periódicos, en las vidas reales de personas famosas o famosillas está la fuente para la gran novela aún no escrita. El torero y la estudiante darían para una notable intriga que permitiría escarbar en las parejas de edades dispares, el miedo a la decadencia y el mundo de los toros, algo exótico porque parece destinado a desaparecer. También proporcionaría una trama con todos los ingredientes para triunfar el excitante caso del líder, su asesora y la tarjeta robada. Un escritor de raza encontraría en todo ello un arsenal para criticar y retratar la red de ambiciones, poder, política y sexo sórdido. Lo mismo que el caso del rey y su amiga, un escándalo con tales implicaciones que trascenderían incluso a la propia novela. Lo malo es que todas ellas servirían también como asunto del folletín más degradante.

Una de momento tras leerse todo Fred Vargas durante el confinamiento, se entretiene ahora con Perdida. Una novela inquietante y absorbente que recomiendo al lector al que la realidad no le basta.

*Profesora.