Los fanáticos de la monarquía se refieren a ella como los ecologistas a la tortuga laúd del Mediterráneo, que se ha extinguido o está a punto de hacerlo. Hablan de Felipe VI como si padeciera una enfermedad terminal cuyo diagnóstico prefieren ocultarle. Pero Felipe VI es un adulto: deberían explicarle la situación sin eufemismos ni paños calientes. Cuando mi abuelo estaba agonizando, la gente no se cansaba de decirle que tenía toda la vida por delante, siendo evidente que la tenía toda por detrás. Contaba 102 años y había sobrevivido a tres infartos y a un sinfín de disgustos familiares.

Los borbones tienen varios siglos de existencia y una familia completamente desestructurada. Se podría decir de ellos que, a base de trabajar y trabajar, o como quiera que se llame lo que hacen, han llegado a la más profunda de las miserias Solo mencionar a Marichalar se le ponen a uno los pelos de punta. No digamos si a continuación aludes a Undargarín, o Urdangarín, ahora no sé dónde cae la primera erre, o buscas el Google el cuadro de Goya titulado La familia de Carlos IV. Pero si te gusta la droga dura, puedes indagar en las aventuras juveniles de Felipe Juan Froilán, el del tiro en el pie.

Una vez, en la Feria del Libro de Madrid, se acercó una anciana como de un siglo para que le firmara un ejemplar. Escribí: «Para Felisa, con mis mejores deseos de futuro». No lo hice con intención irónica, sino por rutina, pues siempre pongo lo mismo. Al día siguiente apareció el hijo de la mujer blandiendo con indignación el libro dedicado a su madre. Me reprochó que le hubiera hablado de futuro a quien era evidente que carecía de él. La mujer, por lo visto, se había pasado la noche llorando en la creencia de que había tratado de burlarme de ella. Le pregunté al hijo si prefería que le cambiara la dedicatoria o que le devolviéramos el dinero y eligió lo segundo. Luego tuve que abonárselo al librero, que ni siquiera tuvo la cortesía de resistirse un poco.

Cada vez que nuestros dirigentes hablan de la solidez de la institución monárquica, me acuerdo de la dedicatoria que le puse a aquella señora. Si no fuera porque carecen de sentido del humor, pensaría que están tratando de resultar mordaces. Alguien, en la Casa Real, debería analizar seriamente esos elogios. *Escritor