Conviene retener unas cifras elementales para entender la magnitud de la tragedia que puede vivir el turismo español en este 2020. Es uno de los principales motores económicos del país y aporta el 12,3% del PIB, con unos 2,6 millones de empleos directos. La magnitud del sector en Extremadura es del 6% del PÎB y del orden de los 28.000 empleos. España recibió 83,7 millones de turistas extranjeros en el 2019, mientras que en Extremadura se tradujo en 344.804 turistas extranjeros, que generaron un total de 552.291 pernoctaciones y un gasto medio diario de 154 euros.Cifras que nos hablan de la decisiva importancia del sector en el conjunto de la economía. Después de las terribles previsiones de marzo y abril -cuando empezaba la temporada turística- al menos se confiaba en un verano más o menos productivo para paliar las pérdidas que algunos expertos cifraban en torno al 40% de lo facturado el año anterior. Desde la sectorial de turismo de la Pimec, se hablaba de «un año prácticamente perdido», pero, aun así, con el final del estado de alarma y la apertura de fronteras, se percibía una tímida recuperación que acaba de recibir diversos mazazos de nivel considerable.

A la recomendación del primer ministro francés de no viajar a Cataluña, se han sumado otras prohibiciones o consejos (desde Bélgica a Holanda o Noruega), pero el gran varapalo ha sido el anuncio de las autoridades británicas de considerar España, en general, como un destino no seguro, cuando justo el viernes de la semana pasada se afirmaba la contrario. La obligación de tener que pasar una cuarentena tras las vacaciones «puede llegar a ser la puntilla a una temporada agónica», según fuentes de la patronal Exceltur, que ya preveía, antes de esta inesperada noticia unas pérdidas en junio y julio de unos 8.700 millones.

Solo los territorios insulares se salvan en cierta medida de esta terrible situación, aunque no de la obligación de los 14 días de confinamiento familiar en el Reino Unido para quienes vuelvan a casa, una decisión que, en la práctica, es una invitación a no viajar a estos destinos. La posibilidad de establecer corredores seguros entre destinos como las islas, como se hizo en junio con las Baleares y Alemania, es una de las pocas soluciones que se vislumbran, aunque otras regiones (con fuerte componente de turismo británico, como la Comunidad Valenciana) también ponen sobre la mesa argumentos de peso para sumarse a la medida.

Solo una decidida acción diplomática puede aminorar el impacto crítico en un sector que, conviene no olvidarlo, basa su empuje al entorno del turismo de masas, el modelo que ha permitido a España ser líder mundial. La posición de la OMS, a través de su director para situaciones de emergencia, en el sentido de evitar posiciones maximalistas y evitar comparaciones con lo vivido durante el estado de alarma puede ayudar al Gobierno español. Porque perder un mercado turístico tan decisivo tendría efectos muy negativos también en toda una serie de empresas complementarias (transporte, restauración, limpieza, comercio) que viven en el filo de la navaja.