Para el economista estadunidense James Kenneth Galbraight, no hay ninguna duda: los ‘fondos depredadores’ están aprovechando la actual crisis, como hicieron ya en la inmediatamente anterior, para comprar en todo el mundo activos a precios de saldo.

Los grandes propietarios inmobiliarios reproducen la estrategia que ya aplicaron en 2008/2009, cuando convirtieron a tantos «propietarios» en «inquilinos» y a «inquilinos» en personas sin techo, explica el profesor de la Lyndon B. Johnson School of Public Affairs en declaraciones al semanario italiano ‘L´Espresso’.

En la pasada crisis financiera se intentó «transferir la responsabilidad desde los bancos a los ciudadanos que habían firmado contratos fraudulentos, algo que no es posible en esta pandemia», señala Galbraith.

La gente se ha quedado en casa como se le pedía y ha aprendido que no se pagan todas las deudas y que es posible renegociar los contratos, afirma el economista, que dice ver «menor aceptación, mayor resistencia» por parte de los ciudadanos.

Pero no puede olvidarse el hecho, agrega, de que hay actualmente en EEUU treinta millones de personas sin trabajo y que millones de empleos habrán desaparecido para siempre. Se trata, dice, de «una catástrofe social».

Galbraith considera que hay que «crear un sistema totalmente nuevo. No existe alternativa a un modelo cooperativo, de apoyo mutuo, con un Estado responsable y capaz de mantener a raya a los «depredadores y un sector público movilizado para asegurar la creación de empleo”.

Pero lo más urgente, insiste, es combatir la pandemia, para lo que se necesita gente que estudie y monitoree la situación, que se preocupe de los enfermos, que haga un seguimiento de los contagios. La sanidad pública ha sido «desmantelada», critica Galbraith, cuando ésa «debe ser un bien universal».

Se requieren millones de puestos de trabajo en los servicios esenciales como la alimentación, la sanidad y los transportes públicos, a lo que se suma la necesidad, ligada al cambio climático, de modificar toda la estructura de producción, transformación y consumo energético. «Si queremos evitar una catástrofe social, afirma, habrá que movilizar ingentes recursos públicos».

El llamado New Green Deal, es decir el conjunto de propuestas para abordar el calentamiento global y resolver la crisis financiera, exige que el Estado funcione como «empleador de última instancia». En lugar de dejar a la gente ociosa, es mejor darle al ciudadano un trabajo socialmente útil. . Ello implica crear las condiciones para que quien lo desee, pueda desarrollar un trabajo de ese tipo, retribuido según el salario mínimo.

Galbraith, que presidió de 1996 hasta 2016, la asociación «Economistas por la Paz y la Seguridad» cree que esta última debe interpretarse en el sentido más lato como «seguridad social y económica, en el trabajo, en la vivienda y alimentación» y significa dar a cada ciudadano, a cada familia «perspectivas de futuro».

El economista norteamericano cree que «hay todavía dinámicas políticas y poderosos actores» que tratan de impulsar «el aventurerismo y el gasto militar» cuando, en su opinión, buena parte de ese gasto debería dedicarse a construir «las verdaderas defensas del país como son la sanidad pública, los hospitales, el trabajo, la seguridad económica y social».

«La pandemia ha demostrado, dice, que tenemos (en EEUU) una economía que tal vez sea eficiente, pero al mismo tiempo extremadamente frágil e injusta. Y se está desmoronando ante nuestros ojos». H