La historia de la transición española podría ser descrita por una serie de vidas «ejemplares» que han hecho fortuna al amparo de una corrupción estructural. Una suerte de columna vertebral que une franquismo y democracia, con la putrefacción ética como medula espinal y con algunos personajes como vértebras metafóricas del conjunto. Empezamos hoy por el hombre de moda.

José Manuel Villarejo Pérez es Licenciado en Ciencias Policiales por la Universidad de Salamanca y Doctor en Derecho por la Universidad Complutense, según el currículo que entregó al periodista Álvaro de Cózar —Premio Porquet por «V. Las cloacas del Estado», Podium Podcast, 2017— a las 11:00h. del 21 de septiembre de 2016 en la cafetería del hotel Holiday Inn de Madrid.

Ingresó en el Cuerpo General de Policía del régimen de Franco en 1972, cuando la democracia era solo un horizonte, con el número de carnet 14.773 y registro de entrada 8064. Su carrera profesional se divide en siete etapas: Comisaría Provincial de San Sebastián (1972-1975), Comisaría General de Investigación Social en Madrid (1975-1978), Comisaría de Retiro de la Jefatura Superior de Madrid (1978-1979), Seguridad Ciudadana de la Jefatura Superior de Madrid (1979-1983), excedencia voluntaria (1983-1993), agente operativo encubierto para la Secretaría de Estado de Interior (1993-2014) y actividades clasificadas (2014-2016). Se jubiló en junio de 2016, pero algunas operaciones continuaron después con sus casi cincuenta empresas privadas.

A lo largo de su trayectoria ha recibido varias condecoraciones, entre otras: Cruz al Mérito Policial con distintivo Blanco (1979, UCD), Cruz al Mérito Policial con distintivo Rojo (2009, PSOE), Encomienda a la dedicación al servicio policial (2012, PP) y Medalla al Mérito Policial con distintivo Rojo (2014, PP, según algunas fuentes por la «Operación Cataluña»). Ramón Cosío, portavoz del Sindicato Unificado de Policía, le contó a De Cózar que esta acumulación de distinciones —injusta y arbitraría, según él— puede llegar a suponer un 40% de incremento en la pensión de jubilación de los agentes, de forma vitalicia.

En este momento, lo difícil es encontrar un sumario de corrupción en España sin Villarejo: Caso Gürtel, Operación Cataluña, Caso Nicolás, Caso Pinto, Caso Lezo, Caso King, Operación Prima, Caso Carol, Caso Dina, Caso Trapa, Caso Arrow, Casos Iron y Land, Operación Tándem o Caso Kitchen.

Uno de los más interesantes es de los que menos se habla: el incendio de la Torre Windsor. El 11 de febrero de 2005, la Fiscalía Anticorrupción solicitó a la auditora Deloitte la documentación sobre la venta de FG Valores (fundada por Francisco González, presidente del BBVA) a Merrill Lynch. Al día siguiente, la Torre Windsor, sede de Deloitte, ardía por completo. La documentación solicitada por Anticorrupción desapareció para siempre. La versión oficial dice que la causa del incendio fue una colilla mal apagada, pero el 12 de febrero de 2019 nuevas informaciones aseguraban que existen pruebas documentales de que el incendio podría haber sido el «último servicio» de Villarejo a González. Lo cierto es que la empresa Club Exclusivo de Negocios y Transacciones (Cenyt), de Villarejo, ingresó en 2014 la cantidad de 2.355.903€, de los cuales 2.130.299€ (el 90%), procedían del BBVA.

Villarejo ha manejado información de operaciones policiales importantes sobre narcotráfico, terrorismo islámico y de ETA, contrabando de piedras preciosas y de armas, o tráfico de personas, pero también información política vinculada a la Casa Real, al independentismo catalán y a todos los partidos. El rey emérito se ha ido de España a causa de sus informaciones y ahora Rajoy empieza a oler muy de cerca la imputación. Esto, de momento. No nos equivocamos si decimos que la estabilidad del Estado está en sus manos.

Rafael Vera (secretario de Estado para la Seguridad de Felipe González, 1986-1994) dijo de él a De Cózar: «(...) lo que han buscado es un tío de plena confianza, para hacer lo que le encargasen, lo que fuese, cualquier tipo de operación». Algo parecido afirmó Baltasar Garzón en La Sexta: «No creo que el malo sea Villarejo. Yo lo tuve siempre por un profesional que tenía mucha información, que trabajaba siguiendo las órdenes de sus superiores (...)».

*Licenciado en CC de la Información