Estudiando Derecho se aprende que detrás de cada asunto hay un dilema moral. ¿Cómo interpretar las normas que no duela? Y mientras se agolpan sobre la mesa del despacho los conflictos de intereses con su corte de miserias se te levantan encrucijadas morales a modo de trampas enormes, descarrilantes y oscuras. Eso es todo. Sobrevivir a ellas (y que no te duela por dentro). Y es entonces cuando descubres que la Vida, así escrita, con mayúscula, detrás de cada paso esconde un dilema moral. Eso es todo. Sobrevivir a ellos (y que no te duela por dentro).

Estoy convencido, no digo nada que no se sepa, que Rafael García Serrano hubiera querido ser Eugenio, su Eugenio, el que proclamó la primavera. Hubiera querido vivir como él (y morir como él). Pero Eugenio murió y aquí se quedó Rafael (para envejecer y renunciar). A cada paso una renuncia. Estoy convencido, no sé si se ha dicho o no, que Gonzalo Torrente Ballester hubiera querido ser Carlos Deza, el último de los “Churruchaos” de Los Gozos y las Sombras. Pero envejeció y renunció. Y murió sin pisar el umbral de sus sueños. Como todos.

El Derecho, la Vida y la Política (así escritas, con las mayúsculas comidas por las termitas) no son más que un trasiego de renuncias en un cruce de caminos con las señales averiadas. Y la revolución pendiente. Y las manos sucias. Porque hay quien para comer se mancha las manos. Es la miseria de la política de partidos. Comer con las manos (sucias). Y mientras Extremadura, la tierra que yo piso, los cielos que a mí cobijan, en coma.

Lo digo por los presupuestos. Esos presupuestos que tanto gustan a la Delegada de Gobierno (que por algo es delegada del gobierno). Esos presupuestos que tanto gustan a la Coordinadora General de Podemos (que por algo es coordinadora general). Esos presupuestos, esas declaraciones y la tozuda, íntima y descalabrante encrucijada nuestra de cada día. Así, vistas desde fuera, a veces me dan pena y, a veces, más (más pena). Es lo que hay… RCA La Voz de su Amo... discos de pizarra como ruedas de molino para su gramola…

Hay cinco diputados por Extremadura (no me atrevo a llamarlos extremeños) que han levantado la manita para votar lo que manda el amo del cortijo monclovita (por cierto, ese mismo amo del que hace unos años despotricaban). Un sí, señorito. Un sí rotundo, ciego y calavera. Y otro. Y otro. Y otro. Y otro. Cinco diputados cinco. Cinco diputados al servicio… del partido (o de sí mismos, según se mire), pero no de los extremeños. Cinco diputados, en el dilema moral de servir o servirse, fundidos a negro. Tan venidos a menos como sus argumentos. Extremadura, a la que debían defender, seguirá esperando como una viuda en un andén por el que nunca pasan, ni pasarán, trenes.

Han levantado la manita para que le salgan las cuentas al gobierno (y a ellos mismos). Bien pudieran ser diputados por Vizcaya o por Gerona. Pudieran serlo y, bien mirado, vienen a serlo. Llegada la hora, en el dilema moral, han renunciado. Ni un gesto de rebeldía. Nada. Ni siquiera una palabra en defensa de aquellos a los que supuestamente representan. Nada. Solo media sonrisa maltrecha. Una sonrisa de cartón piedra agarrotada al semblante (y supongo, otorgándoles el in dubio pro reo, también a la conciencia). Han escogido. Algunos dirán que el guiso iba cargado de hipocresía y servilismo. Otros que es lo que toca. Y otros, como la Delegada del Gobierno o la Coordinadora General de Podemos que nos ha venido dios (así, con minúscula, un dios raquítico y mequetrefe) a ver. Y digo yo, si Rafael García Serrano no alcanzó a proclamar la primavera ¿qué habríamos esperar de estos cinco elementos? Por sus obras les conoceréis.