Parece que por fin, el sentido común; y la coherencia, dicho sea de paso, se ha impuesto. La Comisión Nacional de Salud Pública, reunida el pasado martes, ha tenido a bien incluir a los docentes, en el grupo seis de la nueva estrategia de vacunación, catalogados como «Colectivos en activo con una función esencial para la sociedad». Y es que no podía ser de otra forma, como venía denunciando, no podemos ser para nuestros gobernantes esenciales cuando les conviene e innecesarios cuando también les conviene. Vaya por delante mi satisfacción, o mejor dicho, mi no decepción, por esa inclusión que al menos reconoce que somos esenciales para la sociedad.

Pero cual seguro de hogar ante accidentes, una cosa es el contenido y otra el continente. Quiero suponer que esta nueva inclusión es debido a la llegada en mucho mayor número, de la vacuna AtraZeneca y Oxford, mucho más barata tanto en la producción como en el transporte que Pfizer o Moderna, también la que menor protección ofrece. Por desgracia, a día de hoy es la solución más rápida para ir rebajando los contagios y a la vez proteger dentro de las posibilidades a los trabajadores. En todo caso, la vacunación es voluntaria pero no lo será para todos, los mayores de 55 años no tendrán por ahora opción. Una vez asegurado el continente, es decir, vamos a vacunar a los centros escolares, nos queda asegurar el contenido, y alguien olvida que el contenido de nuestros centros escolares, sus claustros, están envejecidos y la población de mayores de 55 años es muy alta. ¿Es que ese colectivo de edad no es esencial, es que mientras vacunan a sus compañeros, deben exponerse y exponer, es que no son los que más patologías pudieran tener, es que no se exponen igualmente a una clase de infantil sin mascarilla durante más de quince minutos o no comparten aulas con 25 alumnos, 30 ó 35?.

Mientras escribo estas líneas, la OMS anuncia que avala el uso de la vacuna AstraZeneca también para los mayores de 55 años, pero a día de hoy España la desaconseja como otros países, veremos si como decía José Ortega y Gasset, en su obra Meditaciones del Quijote: «Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo».

Todos hubiésemos deseado una vacuna con un 90, 99 o 100% de efectividad, pero las circunstancias son las que son y debemos salvarla con el mal menor y hoy por hoy el mal menor es vacunar a todos los docentes sin excepción, ya que todos ellos pertenecen a «Colectivos en activo con una función esencial para la sociedad», y si hay que hacer un esfuerzo para con esos mayores que no entran en protección con esta vacuna, pues se ahorra en coches, aviones, sillones y asesores, que a día de hoy no salvan vidas, sólo coches, aviones, sillones y más asesores. Todo esto siempre y cuando la OMS no diga lo contrario y lo que ayer no estaba testado, hoy ya lo esté, y donde desaconsejé hoy aconsejo, las circunstancias que diría Gasset.

No crean que ahí acabe ni el contenido ni el continente. Para el contenido, igual que se han actualizado los grupos de vacunación, hay que actualizar los protocolos dentro de los centros, desfasados y extemporáneos a la realidad pandémica actual y con respecto al continente, un plan de digitalización real tanto con alumnos y profesorado para cuando la presencialidad, aunque la deseable, no sea posible.

En fin, no hay que ser Séneca o haber estudiado en Oxford para saber que cuando se trata de seguros, hay que leer la letra chica y cuando se trata de asegurar, se asegura tanto el contenido como el continente porque de lo contrario, los accidentes sí que estarán asegurados.

*Maestro