Toledo, un profesor salta a los medios de comunicación por las “notas” a sus alumnos, independientemente de la calificación del examen. A todos y cada uno les anota y les anima con frases de este tipo: “¡Gracias y mil veces gracias! Por tener el placer de ser tu profesor, por ver tu trabajo, tu actitud y tu interés en la materia", "Te superas día a día. ¡Eres admirable! ¡Nunca dejes de creer en ti! ¡Vales mucho!", etcétera, etcétera. Una alumna suya decidió colgarlo en redes y en pocos minutos una avalancha de agradecidos exalumnos y alumnos exaltaron la dedicación y el ánimo inculcado por el motivador docente.

Fue en La Vaguada de la Palma, Salamanca, hace más de veinte años, pero la noticia ha saltado a nivel nacional hace pocos días y de la manera más surrealista. Un profesor de dibujo visiona la serie ‘El Ministerio del tiempo’ cuando se percata que en la serie aparece un profesor que se llama como él, trabaja en el mismo instituto que trabajó él, con la misma aversión al currículo oficial que él, y con la misma afición a la fotografía que él. Ni corto ni perezoso, el profesor aludido se puso en contacto con la cadena de la serie y cuál fue su sorpresa cuando descubrió que uno de los guionistas del capítulo fue alumno suyo, el cuál le reconoció que influyó tanto en su vida que quiso rendirle un pequeño homenaje.

Es la educación que trasciende de lo puramente académico, la que sólo se conoce de piel para dentro, la que casi todos hemos vivido en mayor o menor grado, la que la mayoría olvidamos hasta que de vez en cuando noticias como éstas nos recuerdan la importancia de que el verdadero valor de la educación no reside en las matemáticas sino en quién nos enseñó a sumar experiencias y números, a expresar nuestros sentimientos a través del abecedario, o como los ejemplos anteriores a creer en nosotros mismos, o desarrollar el gusto por la fotografía enseñando dibujo, al fin y al cabo todo es arte.

Si ahora nos pusiéramos a recordar estoy seguro que aflorarían nombres, recuerdos incluso influencias decisivas en cada una de nuestras vidas que están relacionadas con alguno o algunos de los docentes que nos dieron clase. Un solo corazón que latió en miles de corazones.

Como decía el filósofo Sidney Hook: «Todo el que recuerda su propia educación, recuerda a sus maestros, no los métodos o técnicas. El maestro es el corazón del sistema educativo».

*Presidente de ANPE Cáceres