San José y escondidos. Esto tiene su guasa. Un mundo raro. Esa la cantaba Chavela Vargas. Y José Alfredo Jiménez. “Les diré que llegué de un mundo raro…” Ninguno, ni siquiera ella, la cantó con la muleta del sentimiento, planchadita y por delante, de Enrique Urquijo. Y, aún así, van y se mueren. Los tres.

San José de gira por un mundo raro. Con su pasaporte de vacunado en la faltriquera de mañana y su pena por dentro. Esto tiene su miga (vasito de leche, yema de huevo, miel y un chorrito de coñac). Y coña. María Jesús Montero, la ministra de Hacienda, por ejemplo. Siendo médica nos dijo que no pasaba nada por votar en Cataluña y resultó que nos lo dijo no por médica, sino por socialista. Ahora dice que votar en Madrid es peligroso y sospechamos que no lo dice por médica, sino por socialista. ¡Recórcholis! Un mes basta para retorcerle las hechuras a la ciencia a conveniencia. A la carta y menú. Un mundo raro…

Dice Vara que no se reconoce en esta política (o algo parecido). No sé si se refiere a Murcia o a Jerez de los Caballeros. Debe ser que la gafas de lejos no le sirven para ver de cerca. El día que yo abomine de la prensa dejaré de escribir en ella. Quizá antes. Quizá se aburran. El último que cierre.

Los hay con termitas en la techumbre y alitas de libélula en las zapatillas: Pablo Iglesias, por ejemplo. Magno ejemplo de vicios y de errores. El vicio de esnifar poder. El vicio de la gandulería. Es extraño, se despide el epítome carpetovetónico del Che y no tiene la precaución de colocar papeles en su mesa de ministro en fuga. Nada. Ni residencias, ni papeles. Nada. Ni siquiera una foto de alguna ministra, que siempre hay alguna ministra en casa del sátrapa (aunque lo sea de medio moño). Ejemplo máximo de desidia. Dicen que de tanto ver series se le está yendo la olla. Para eso sí ha tenido tiempo, para visitar una residencia, una, solo una, no. No ha tenido tiempo, ni voluntad. Y ahora va y se cae del caballo, como Pablo de Tarso. ¿Y errores? El error de ser gallo en gallinero ajeno. Un mundo raro…

Leo que un porroncito de vacunados se ha contagiado. En las residencias. O sea, que lo de las vacunas a veces sí, a veces no. Como el amor. Como los penaltis. Y si te vacunas con la barata te duele la cabeza y te sube la fiebre. Es lo que va del talgo al tren de carbonilla. Y Extremadura sin tren, diga lo que diga Ábalos. ¿Por qué es tan mentiroso Ábalos? ¿Quién es Ábalos para ser ministro? Hijo de torero, contestaría yo. Ábalos miente sin inmutarse (o sea, que descarga la suerte). Ahora ha colocado a su chófer de consejero en RENFE (donde el taco). Eso no es mentir, pero exige el mismo rostro de cartón piedra (vulcanizado). Koldo, el chófer, de aizkolari a cabeza tractora de los trenes patrios. Con dos pinklis… Lo dicho, un mundo raro.

¿Y qué me dicen de lo de Madrid? Que ya se sabe que pide menos y da más. También más empleo. El que se destruye en Extremadura, téngase por caso. Madrid: menos impuestos y más servicios. Será lo que se ahorran en embajadas y en televisiones. Ayuso va para santa laica… vaya por Dios con la madre superiora. Y Vara, para obispo. Un mundo raro, sí señor.

Encerrados y con la tele encendida. Presos en un mundo raro. Hasta cierto descabalamiento intelectual. Menos mal que ahora, ante tanto dolor, y para su bien y el de toda su santa iglesia, nos han aprobado la ley que nos autoriza a morir a conveniencia. Ahora, para morir basta con que te duela vivir. Así que ya saben, ya pueden morirse sin temor al Código Penal. Miren a quien matar (por su bien, claro está). Se lo tengo dicho: un mundo raro.