Leyendo el trabajo de fin de Máster del historiador Jesús Movellán Haro se desvelan, alumbran o corroboran algunos mitos sobre este periodo de la reciente Historia de España.

En primer lugar podríamos hablar del debate acerca del espacio cronológico que abarca. Pese a algunas disonancias, la mayoría de autores coinciden en señalar que la Transición en España culminó en 1982 con la victoria por mayoría absoluta del PSOE en las elecciones generales de octubre de aquel año o si se quiere prorrogar un poco más, se aguantaría hasta 1986 con la entrada de nuestro país en la Unión Europea.

Lo que sí parece atrevido hablar es de un “pacto de silencio” siendo este asunto tratado a día de hoy en miles de libros, documentales, programas…, si bien es cierto que muchos se han centrado en las biografías de personajes como las de Suárez y el Rey y se echan en falta más estudios en profundidad de otros protagonistas esenciales como Torcuato Fernández Miranda, Carrillo, Felipe González o incluso sobre el papel de los colectivos sociales y culturales, el feminismo, las aportaciones de los intelectuales, los medios de comunicación…

Otro aspecto reseñable y que sería aplicable a la actualidad, es que a la política no se viene a hacer amigos, como hemos escuchado en más de una ocasión. Sin embargo, tendríamos que analizar el papel que desempeñan las relaciones personales en determinados nombramientos. 

Pongamos el ejemplo de Suárez como Presidente del Gobierno. Siempre se ha hablado de la proximidad que tenía en un principio al Rey y de lo bien visto que era por los próceres del Régimen, incluido el propio Arias Navarro, debido a su anterior cargo y a la trayectoria política que llevaba hasta ese momento. Frente a él teníamos la oposición de opciones más presuntamente aperturistas como las de Areilza o Fraga. Y miren ustedes cómo terminó.

Finalmente una de las características esenciales de la Transición fue la modernización. Las miradas que hacían los españoles a procesos similares en Europa e incluso a América Latina. Huntington lo denominó “ la tercera ola democrática”. Pero hay autores que no creen que España deba ser incluida en este caso. En nuestro país ya teníamos un antecedente de democratización en el siglo XX con la llegada de la Segunda República.

Lo que sí estaba claro, era la incertidumbre. No se sabía que iba a pasar exactamente después del denominado “ hecho biológico” ( la muerte del dictador). Temas como la amnistía de presos políticos, el debate sobre las autonomías, la forma del Estado… fueron decisiones de los primeros gobiernos y de los responsables de los partidos políticos y colectivos sociales. 

Historiadores como Santos Juliá o Álvarez Junco nos apelan a que faltaba ( y falta incido yo) cultura democrática. Pongamos, pues, remedio.

* Historiador y diputado del PSOE