Como si una provincia fuera un coche de gasolina -ni un clásico porque a esos se les valora- y la otra uno eléctrico. Las últimas noticias de grandes empresas que van a instalarse en Extremadura, una en Badajoz relacionada con el litio y otra en Mérida de Renfe, no han hecho sino agudizar y reforzar la opinión de que tenemos una región de dos velocidades, en lo que a desarrollo económico se refiere y con lo que ello conlleva.

Escuchar a un político quejarse de que la Junta ningunea a su ciudad o a la provincia, que no la trata bien, que todo se va a Badajoz, puede sonar a eso, a político. Puede resultar cansino y, en general, le hacemos poco caso, salvo que seamos fieles al partido del que proviene la queja. Pero cuando los hechos le dan la razón, al final es que va a ser verdad.

Cuando hay críticas de este tipo, los consejeros o el propio presidente de la Junta contestan siempre de la misma forma, que no se puede obligar a una empresa a instalarse en uno u otro lugar, que cada uno es libre de decidir y bla bla bla. Estamos de acuerdo, pero hombre, también se pueden cantar las bondades de uno u otro lugar o ayudar a ese lugar a ser más competitivo y más atractivo para futuras empresas, que llevamos así décadas.

Si no hay buenas comunicaciones, háganlas; si no hay suelo industrial, desarróllenlo; den facilidades, preparen el terreno para lo que pueda venir y así no habrá que convencer a nadie. Dejar las cosas como están nunca ha sido una solución y quien tiene la responsabilidad de gobernar una región no puede enfocarse en una provincia y a la otra mirarla de reojo.

Lo malo de todo esto es que la queja, el descontento, ya traspasa al político y cala en el ciudadano, que ve cómo las oportunidades de encontrar trabajo son muy diferentes en la provincia de Cáceres que en la de Badajoz y, no nos engañemos, donde haya trabajo, habrá estabilidad y, por lo tanto, población. Es decir, que esa España vaciada de la que tanto se habla y que no queremos, la tenemos muy cerca. ¿Alguno quiere una provincia fructífera y la otra desierta?

El turismo de la zona norte es un motor, sí, pero no puede ser el único. Porque lo mismo llega una pandemia y el sector se hunde. Un buen gobernante debería demostrar que le importa su región por igual, y ojo, las migajas (léase fábrica de cátodos) no son suficientes.

*Periodista