A los pocos meses de nacer mi hijo Carlos, su madre y yo, nos dimos cuenta que el niño junto a los apoyos médicos, necesitaba otras sesiones que le ayudaran a fortalecer su estado físico, mental, emocional, psicológico, de comportamiento y logopedia. Nos presentamos en el centro de Aprosuba 7, entonces ubicado en la emeritense calle de Marquesa de Pinares, y todo fueron atenciones y facilidades para integrar a Carlos en la Institución y así comenzó nuestro vínculo con esa entidad. A los pocos meses recibo una llamada de José Luis Pacheco Pina para que tomáramos un café juntos. He de decir que no se anduvo con rodeos y, nada más sentarnos, me dijo - He venido a verte porque necesitamos que colabores con nosotros- Lo dijo con tanto aplomo y convencimiento que no me dejó otra opción que aceptar. Me sentí agradecido que hubiese pensado en mí y poder así ayudar a esta institución tan importante para el bienestar de centenares de chicos y sus padres.

José Luis fue una persona que vivió por y para Aprosuba (ahora dentro del ámbito de la Plena Inclusión). Padre de familia numerosa, pionero y defensor de las personas con discapacidad y del movimiento asociativo de la Región, fue un ejemplo para todos, incluida su familia, a la que hizo partícipe de su ilusión hasta el punto de que, hasta a las Asambleas, le acompañaban su esposa, Tonina, y la mayoría de sus hijos.

Amante de su ciudad, asumió responsabilidades como miembro de la Corporación Municipal, como presidente de la Asociación de Vecinos de la Barriada “María Auxiliadora” y de otros colectivos, con los que colaboró siempre de forma altruista, siempre en pro de conseguir una sociedad más justa y solidaria.

Como persona era familiar, puntual, serio, cumplidor, cordial y muy formal. No se escondía y siempre decía lo que pensaba, defendiendo sus iniciativas porque, previamente, las había sopesado con rigor y no las presentaba hasta que no estaba seguro que era lo mejor para el centro.

Empezó su labor en Aprosuba en dos pequeñas salas que, al poco tiempo, se quedaron pequeñas, por lo que hubo que buscar un local más amplio en la calle Marquesa de Pinares. Nunca se conformaba y llamaba a las puertas de aquellas personas e instituciones que podían reportar algún beneficio a sus chavales. Y lo hacia una y otra vez, con insistencia, hasta conseguir sus objetivos. De esta forma logró lo que ahora somos, un gran centro en la Calle Cabo Verde y la Residencia, ambos, acogen en sesiones a casi 400 personas, entre usuarios de centros de ocupaciones, de día y los que atienden las sesiones, además de las más de 100 personas que actualmente prestan sus servicios en Plena Inclusión Mérida.

Con José Luis, se va algo de nosotros, siempre tuvo palabras de halago para el personal del centro, nos animaba a continuar peleando, incluso aunque las gestiones se torcieran y se fueran al traste los objetivos marcados. Los rostros y los nombres de nuestros hijos eran la magia que ponía a cero el marcador en el tablero de su vida, siempre dispuesto a empezar o a ir a por más por y para ellos.

Te echaremos de menos, la familia de Plena Inclusión que tu creaste siempre te estará agradecida porque todo lo que somos hoy día lleva tu nombre, querido Presidente, querido José Luis, descansa en paz.

Juan Antonio Rollán Gómez (secretario Plena Inclusión Mérida)