Fuimos testigos ayer de una jornada de votación en la que Iglesias se pasaba los modales por el moño como acostumbra y atizaba a la derecha con un odio que hasta se palpaba, mientras a los demás candidatos sí les daba para la elegancia que solía presidir las elecciones en tiempos, por ejemplo, de la Transición, que el antedicho odiador también se pasa por el moño. 

Esta campaña polarizada y violenta desde el principio, cuando, no por casualidad, la ultraizquierda a la que tan pocos cordones sanitarios rodean o que tan poco peligrosa para la democracia parece a presuntos moderados como Gabilondo, -¡qué súbitamente se horrorizó el hombre en la Ser ante la maldad intrínseca del otro extremo!- decidió que a Vallecas no podían ir los de Vox y organizó, como luego se ha sabido, aunque tarde para que la campaña anduviera por otros derroteros, agresiones, lanzamiento de adoquines y toda clase de pateos a la policía. Anteayer trascendió que Interior era conocedor hace tiempo de las detenciones de escoltas de Podemos en estas trifulcas, pero era ya tarde para taparle la boca al Ofendido Mayor del Reino que, tras estrenarse en campaña deseando y casi prometiendo la cárcel para Ayuso por el hecho de ser Ayuso, reventó el debate de su cadena sumisa, dolidísimo por la violencia sufrida, tras cuestionar -eso sí- la padecida por la policía o culpar de la misma al demonizado Abascal.

Hoy se sabrá ya si la derecha ha cantado victoria antes de tiempo y vive en estos momentos un durísimo desengaño, si en Madrid han castigado a Sánchez en la persona de Gabilondo, ese candidato errático que pasó de repudiar a la ultraizquierda totalitaria a lanzarse en sus brazos o si Más Madrid ha sido la revelación. Pero no se podrá olvidar esta campaña repleta de marrullerías de quienes, con la piel muy fina ante Ayuso, la gran denunciada, silenciaron desde el gobierno una violencia que perjudicaba a la izquierda mientras aireaban otra que podía favorecerla. Ni tampoco que Tezanos, esa voz de su amo, llamó tabernario al pueblo de Madrid en plena jornada de reflexión.