Sinceramente, cada vez me incomoda más que quienes toman decisiones desde los centros lejanos de poder desconozcan las dinámicas singulares de los territorios. Pues mientras hablan de fijar población en el medio rural al mismo tiempo pretenden gravar el uso de las vías de comunicación que cruzan esos vastos espacios geográficos.

Debieran saber que no es lo mismo pagar por usar las carreteras en Madrid, Barcelona, Valencia o País Vasco, donde:

a) las densidades poblacionales oscilan entre 250 y 850 habitantes/Km2

b) las distancias son cortas dentro de sus provincias, debido al reducido tamaño de las mismas: País Vasco (3 provincias)con una extensión total de 7.200 km2, Madrid (8.000 Km2) o la provincia de Barcelona (7.700 km2)

c) poseen una red de transporte público interno, debido a sus concentraciones poblacionales, que les permite en buena medida prescindir del coche.

Por el contrario, en las provincias de Badajoz y Cáceres, las más extensas de España, con 21.000 y 20.000 km2, respectivamente (el triple que las tres provincias vascas juntas, la de Barcelona y la de Madrid) las distancias entre la capital de provincia y la mayoría de sus núcleos se superan los 100 km de distancia, y en muchos de ellos incluso más de 200 km. A lo que hay que añadir que el 90% se recorre por carreteras nacionales y autovías, sin otras alternativas paralelas de vías de menor rango.

Y abundando, cabe recordar que las densidades en Extremadura son de 25 hab/Km2, sin trenes para conectar entre los núcleos rurales y sin frecuencia ni horario para hacerlo entre las principales ciudades. El horario de los autobuses para ir y volver de un sitio a otro dentro de la región no es adecuado debido a que la falta de demanda (muchas líneas están subvencionadas) no permite frecuencias coherentes para la movilidad interior.

Consecuentemente, considero que es un error para las regiones de baja densidad demográfica, tanto el hecho de poner tasas por el uso de las carreteras como el de incrementar el precio del combustible para desincentivar el uso del coche. Cuando alguien vive en Madrid, Bruselas u otra gran ciudad y desconoce la realidad del resto de los territorios creen que todo es como en su vida cotidiana (autobuses interurbanos cada 20 o 30 minutos, trenes cada hora o menos tiempo o metro cada 5 minutos) donde no necesitan salir de su propia área metropolitana, salvo cuando tienen vacaciones, pues tienen todos los servicios y equipamientos concentrados.

La propuesta de pagar por usar las vías de comunicación es otra estocada más para las zonas de la "España vaciada" que, además, es la que sufre las rentas más bajas, las mayores tasas de desempleo y envejecimiento. Sin contar que los productos (industriales o alimentarios) que reciben de otros lugares serán más caros al igual que la exportación de los suyos, y lo mismo para el resto de servicios sociales o empresariales (administración pública, turismo, etc.).

Otra contradicción es que afirman que "quien contamina paga", lo que es algo justo, pero, ¿entonces por qué “quien conserva no cobra”? Pues es que estas regiones son las que más aportan ambientalmente y si encima sus habitantes tienen que pagar más que el resto por mantenerse en los entornos rurales propiciando mayor biodiversidad, me parece una aberración.

Se necesita establecer políticas diferenciales para territorios que son distintos en su configuración económica, red de asentamientos y aportaciones ecosistémicas. No podemos inyectar insulina a quien padece de hipertensión, puesto que cada paciente precisa un tratamiento singularizado acorde con su enfermedad.

*Profesor de Ordenación del Territorio de la Uex