Le gustan cada vez más al presidente las ruedas de prensa sin preguntas. En la última ha asegurado que el estado de alarma es el pasado y la vacunación el futuro. Lo ha hecho en tono doctoral, que para eso tiene escrita su tesis, pero no convence más que a los de su partido y esos ya vienen convencidos de casa, menos Leguina, Redondo, González y alguno más que no cuentan porque están expedientados o son viejos y ahora es la hora de los jóvenes según la sin par Lastra. 

Tal vez por esa justicia gerontofóbica, Gabilondo, que admite que ya tiene una edad, ha sido invitado al abandono. No aclara Sánchez, optimista metafísico para el que en cien días viviremos en la mejor de las Españas posibles, qué ocurre con el presente. Y eso para desesperación de Simón y reproche de Rufián, uno de los todos en afearle no haber cumplido su lejana promesa de articular con los otros partidos un régimen jurídico que ampare las necesarias restricciones en pro de la salud, sin estado de alarma que valga. 

Conocíamos el gusto de Sánchez por la propaganda, pero es que la supuestamente técnica vicepresidenta Calviño previamente había sorprendido también con unas obtusas declaraciones impropias de su cerebro, -y del nuestro-, llamando errata al oscuro párrafo del plan fiscal enviado a Bruselas que eliminaba la tributación conjunta para fomentar el trabajo femenino. 

Manipula, siendo benigna, Sánchez cuando dice que la oposición votó contra la alarma y que ahora no la exija. Solo la rechazó Vox, partido al que, por otra parte, en emotiva intervención atribuyó más sentido de estado que al PP, que no la rechazó sino que se abstuvo. 

Y manipula, siendo benigna, Calviño. Es errata o error confundir en un examen «consumir el matrimonio» con «consumarlo», como una alumna el otro día. O contar que la protagonista se había levantado con el «coño fruncido» como en la primera edición de Arroz y tartana de Blasco Ibáñez. Pero la maniobra tributaria no es errata sino estratagema vil –por no llamarla supositorio a traición-, de doña Nadia a la que teníamos por mujer sensata y veraz.