Voy a confesarles un secreto: soy una tiquismiquis con lo de la ortografía y con esa tontuna de escribir bien. Ya sé que a día de hoy, gracias a la tecnología, es más fácil mandar un audio o una imagen que entretenerse en hilar palabras con sentido, pero, qué quieren que les diga, para mí la ortografía tiene un valor simbólico, de dedicación, de tiempo y de interés. Como un rasgo de educación hacia quien te lee. Como ir aseado a una primera cita o comer con los cubiertos adecuados.

A diario se me salen los ojos de las cuencas con lo que leo en las redes sociales, en los mensajes de WhatsApp, en los trabajos de algunos alumnos... Que hay quien se pone intenso en una frase motivadora y de la patada al diccionario se te disparan los malos pensamientos. No se puede desear a alguien «que hallas encontrado la serenidad» sin producirle a cambio un puntito de vergüenza ajena. Que un «haber si nos conocemos pronto» debería acabar siempre en un «Creo que no».

"Que hay quien dice que lo que cuenta son los hechos, claro que sí, pero también importan las formas"

Y claro, esto de ser repipi de las palabras te da muchos disgustos. Que tuve yo un pretendiente, allá por el Pleistoceno, que me enviaba cartas durante un verano (sí, amiguitos, de las de sobre y sello y buscar un buzón) repletas de sentimientos bonitos y faltas del tamaño de un castillo. Y yo por exquisita igual dejé escapar un gran amor por no soportar un «te hecho de menos bonita», porque me ponía a darle vueltas a si me decía que era menos bonita hecha por él, o si me hacía de más, o yo qué sé, y así no había manera de centrarse en lo importante.

Que hay quien dice que lo que cuenta son los hechos, claro que sí, pero también importan las formas, aunque actualmente se hayan prostituido muchas palabras, que de tan retorcidas y sobadas han acabado perdiendo su valor y son sólo un arma arrojadiza. Y ese rollo de que la ortografía es clasista y discriminatoria es un argumento propio de estos tiempos de ofendiditos y lloricas, que prefieren esconder tras argumentos infantiles su falta de esfuerzo o interés. La ortografía es cultura, y la cultura uno de los elementos que nos diferencia como seres racionales frente a otros animales, incluso los de nuestra misma especie.

Te doy mi palabra, como resumen de lo que soy. «K tal stas?» también te define. Así que casi mejor envía un audio o un selfie, que requiere menos esfuerzo y te deja, si no en mejor lugar, al menos en uno no tan ridículo.