Cuando el dirigente de Podemos, Rafa Mayoral, dice en sede parlamentaria que «al gobernador (del Banco de España) habría que correrlo a 'gorrazos', por impresentable. Es impresentable que se permita el lujo de atacar los intereses de la gente más vulnerable con manifestaciones salvajes» nos regala un perfecto ejemplo de populismo. Lo es porque, primero, la frase tiene una consideración política, en el sentido que pretende borrar a golpe de exabrupto toda crítica frente a una medida, implementada por su formación, que comparte gobierno con el PSOE. Por no hablar de la falacia ad hominem sobre el gobernador, Hernández de Cos, sin más base que una supuesta adscripción a no sé sabe bien qué. 

Segundo, porque ni siquiera busca analizar ni desmontar el informe ni concederle pretensión científica. No se adapta a lo que yo quiero vender, y ya vale. El punto es desmontar cualquier duda. No conviene buscarle explicación compleja, con matices, a problemas de la misma naturaleza. Mejor recetas sencillas, pero contundentes en el relato. Todo lo que no es defensa, es ataque. Y eso es el populismo.

O, tal vez, el caso es era soltar la burrada más alta, para conseguir altavoz y que te oigan las ya convencidos. Que también es parte de lo anterior, claro.

Pero intentemos dar algo de contexto a la controvertida cuestión del informe: la subida del salario mínimo interprofesional. Está claro que el gobierno (y, sobre todo, la formación morada) se enorgullece de la mayor subida del SMI en un año, 2019, donde se incrementó en un 22%. Su mayor subida histórica, a la que siguió otra en 2020. Todo esto en un entorno de inflación cero, elemento que solía espolear los ajustes del indicador antes ya que protegía al trabajador frente al alza de los precios.

El informe del Banco de España verifica que esta subida ha tenido un efecto de frenazo en la creación de empleo de hasta 174.000 empleos. Y de ahí viene la (forzada) polémica. De entrada, poco comprensible, ya que esta subida es una medida política y solo dependía de la legítima voluntad del gobierno. Con lo que la sorpresa no puede venir por los efectos, que debían estar asumidos o, al menos, ponderados.

Vayamos a la parte «fácil» del argumento: ¿Es que no es bueno que los trabajadores ganen más? ¿No tiene derecho a salarios dignos, frente a la ganancia del empresario? 

"Lo realmente curioso es que el informe no cuestiona la medida, incluso la valora éticamente"

Quizás caben aquí dos apuntes que clarifiquen el tema. Alguien puede pensar que un menor nivel de empleo permite bajar sueldos por la escasez de demanda. Pero es justo lo contrario: un mayor empleo sube el nivel medio salarial. Al existir una mayor oferta laboral, se permite absorber masas salariales sensibles (temporales, parciales, jóvenes, empleo rural) que pasan a tener empleo o mejora su nivel de contratación y por ello mayores ingresos (y cotizaciones sociales). 

Por otro lado, una subida del SMI no afecta de la misma forma a los niveles de contratación de una empresa del Ibex que a una pyme o a un autónomo con empleados. Por no hablar de sectores, como el mencionado empleo rural, en el que la flexibilidad laboral es clave. El inicio de la destrucción de empleo ocurre en estos nichos y sectores, mucho más sensibles a un coste mayor. Por eso, el efecto de esa destrucción de empleo tiene un relevante coste social, porque pone en riesgo a pequeñas empresas, comercios y a profesionales, todos con escaso margen real. 

Ocurre que la subida del SMI no ataca la raíz del problema (alto nivel de desempleo y centrado en paro juvenil y femenino) sino que lo camufla. Beneficio a unos pocos a corto plazo, es cierto. En muchos casos, perjudicando a quien dice ayudar porque de pasada se castiga al «empresario», genéricamente, confundiendo a grandes empresas y defraudadores con los pequeños creadores de empleo.

Lo realmente curioso es que el informe no cuestiona la medida, incluso la valora éticamente. Se limita a exponer los efectos sobre el empleo. Pero lo importe es el ataque a las instituciones, la carrera de fondo de todo este tipo de declaraciones que, afortunadamente, cada vez calan menos y cansan más.

*Abogado, experto en finanzas