Esta semana trabajando, buscando documentos, cerrando libros y quitando los lápices que sin querer dejo dentro, releí uno de los fragmentos del discurso inaugural de J.F.Kennedy y que me gustaría volver a traerlo aquí, porque, a veces, unas mismas palabras cobran otro matiz, los nuevos ojos con los que uno las analiza pueden ayudar a ser pequeñas lupas que aumenten el entendimiento y analicen la actualidad desde otra perspectiva. Las palabras en cuestión decían que “la civilidad no es una señal de debilidad, y que la sinceridad siempre se somete a prueba. Que nunca negociemos por miedo, pero nunca temamos a negociar. Permitámonos analizar qué problemas nos unen, en lugar de detenernos en los problemas que nos dividen. […] Tratemos que invocar las maravillas de la ciencia y no sus terrores. Juntos exploraremos las estrellas, conquistaremos los desierto, erradiquemos las enfermedades, aprovechemos las profundidades del océano y fomentaremos el arte y el comercio”.

           La semana pasada escribía precisamente de la capacidad del gobierno de la Junta de Extremadura y de los agentes sociales y económicos de la región para negociar y localizar los objetivos de progreso para Extremadura, afirmaba que esa tarea no sería fácil, que, seguramente, todas las partes habrían sacrificado puntos de partida en beneficio de los de encuentro. Pese a que el pacto es algo que pueda entenderse públicamente como algo elogioso, no es menos cierto que la radicalidad y los extremos son lo que aumentan a pasos agigantados, la práctica, por tanto, solo de intentarlo supone una lucha perseverante y silenciosa muy difícil de mantener. Salvo que como decía el fragmento citado uno no tenga miedo y tenga la fuerza suficiente para no desfallecer ni perder en ningún momento la valentía y el arrojo del comienzo. Algo que al gobierno socialista de España se le podrá perfectamente adjudicar. Esta semana conocíamos que el ministro Escrivá desbloqueaba junto a los agentes sociales el acuerdo de las pensiones tras meses de trabajo conjunto, y es que quienes solo buscan la destrucción del adversario sin aportar ningún esfuerzo o el mínimo intento de trabajo no va observar algo que es incuestionable: el gobierno popular de Mariano Rajoy no afrontó ningún problema de calado que supusiese ningún coste, las pensiones se transformaron en una carta donde el envío costaba más que la subida, el problema territorial solo hacía aumentar la vergüenza de un gobierno que ni siquiera supo localizar urnas ilegales, la crisis en las empresas alcanzaba el nombre de ERE y no de ERTES, y si la administración general necesitaba recursos se subían los impuestos y se recortaba sin miramientos al grito de “es lo que hay hacer ante tanto derroche”. Ahora sabemos que sí actuaban en la cocina, perdón, en la kitchen.

           La inacción es una acción y una opción deliberadamente elegida.

           Este gobierno está haciendo de cada problema una pelea por su solución, analicemos lo sucedido con el recibo de la luz, evitar cualquier recorte es entender que detrás hay un rostro, una familia… una vida, sumar derechos y libertades a través de leyes como la ley de la eutanasia…

           Para actuar hace falta coraje y ser valientes para descubrir las verdaderas profundidades de los océanos, esas que conducen a los pactos, a las transformaciones. No son fáciles, no son rápidas, ¿y? Quizá como cantaba Julio Iglesias se trate de nunca ser una gaviota.

*Filóloga y diputada del PSOE