En política, la «estivalidad» consiste en utilizar el verano para tomar medidas impopulares que pasen más desapercibidas de lo que lo harían en cualquier otro momento del año. Es una práctica común de la vieja política, que debemos considerar como una forma de manipulación de la opinión pública. 

La medida más impopular de esta legislatura es la concesión de los indultos a los independentistas catalanes, que se firmó el pasado 22 de junio, a media mañana, pocas horas después de que comenzara el verano (5:32h. del lunes 21 de junio). Observemos la batería de anuncios y medidas que han «envuelto» esta decisión. 

Este verano, como el anterior, no es un verano normal, tras año y medio con una pandemia que ha alterado notablemente nuestras vidas. El signo más visible y cotidiano es la mascarilla. El presidente del Gobierno anunció el fin de su uso en exteriores el pasado 18 de junio, cuatro días antes de los indultos, comenzando la efectividad normativa el día 26, cuatro días después de los indultos, de manera que la liberación gubernamental de los presos quedaba «emparedada» entre dos hitos que pretendían desviar la atención y endulzar el sabor amargo. 

La medida, además, es discutible y vendida como algo mucho más liberador de lo que en realidad es. Discutible, porque llega justo cuando comienza a incrementarse la incidencia del virus tras muchas semanas de descenso, cuando países como Reino Unido (con un porcentaje de vacunación más alto que en España) comienzan a tener los peores datos desde enero, y cuando aumenta la preocupación de los científicos por la libre circulación internacional del virus y por el impacto de las variantes. Menos liberadora de lo vendido, porque hay que seguir utilizándola en todos los espacios cerrados y en exteriores cuando no se pueda mantener la distancia, de manera que hay que llevar siempre una encima y, al final, será más cómodo llevarla de continuo que estar poniéndola y quitándola, excepto para pasear o hacer deporte en lugares poco transitados. 

Otra de las medidas más impopulares de la legislatura, una de esas que derriban expectativas electorales, es la «reforma eléctrica» que, al contrario de lo prometido, subirá significativamente la factura de la luz para la mayoría de los españoles. Pues bien, el día elegido por el Gobierno para anunciar la bajada del IVA del 21% al 10% fue el jueves 24, dos días después de la concesión de los indultos. No solo eso: la medida lo único que hace es poner un parche en una herida creada por el propio Gobierno, y además un parche temporal y muy alejado de la ideología de izquierdas, pues no toca los beneficios de las empresas energéticas y reduce los ingresos del Estado que sirven para financiar los servicios públicos. 

"La medida más impopular de esta legislatura es la concesión de los indultos a los independentistas catalanes"

Podría seguir enumerando medidas impopulares en este contexto (como la llamada «ley trans», que consolida la autodeterminación de género por expresión de la libre voluntad, incluso en menores de edad que podrían comenzar a hormonarse a los 16 años, anunciada el pasado 19 de junio, tres días antes de los indultos, y que probablemente será aprobada hoy mismo, siete días después de los indultos), pero se nos acabaría el espacio. Sí la «estivalidad» y alevosía no fueran suficientemente claras, alguna secreta fuente del Gobierno debió reconocérselo a un periodista de El Español que lo tituló así: «Moncloa da por superados los indultos: “A la gente le importa más la factura de la luz y las mascarillas”» (26/06/2021).

Sospecho que las viejas formas de manipulación de la opinión pública no funcionan en la nueva sociedad. Junto a eso hay una obviedad: después del verano llega el otoño, en el que veremos a los independentistas reincidiendo, observaremos cómo sube nuestra factura de la luz, el virus seguirá entre nosotros, y todos, todas y «todes» se darán cuenta de que la «ley trans» —que será denunciada y decaerá ante el Tribunal Constitucional— no supone ningún beneficio para las personas con disforia de género y sí un buen número de problemas para las mujeres, el 51% de la población. La realidad volverá a sustituir a la representación, nuestra vida no habrá mejorado en nada pero, eso sí, el Gobierno creerá que ha ganado tres miserables meses, cuando la realidad será que todos los hemos perdido.

*Licenciado en CC de la Información