Empresarios y obispos han disgustado al Partido Popular. Los empresarios, por dar la bienvenida a los indultos: «Si llevan a normalizar las cosas, bienvenidos sean», declaró en primera instancia el presidente de la CEOE. Y los obispos, por solidarizarse con sus iguales catalanes, que han evitado piadosamente la palabra indulto: «Nosotros, como los obispos catalanes, estamos por el diálogo», ha aclarado el secretario general de la Conferencia Episcopal. Con razón, es decir, despechado, ha salido como ha salido el expresidente Aznar: «Son cosas para apuntar y no olvidar».
Una situación desagradable, sin duda, para Pablo Casado, que ha tenido que encararse con los empresarios como se encaró en su día con Vox, aunque sin llegar a decirles «hasta aquí hemos llegado», sino recordándoles que «no representan a nadie», que tampoco es decirles poco. Raro es, por cierto, que no haya habido lo mismo para los obispos, cuando Casado, salvo decirles que «no representan a nadie» (ojito con eso), podría haberles recordado qué partido se opone a todo lo que se opone la Iglesia, del aborto a la transexualidad, qué partido privilegia los privilegios de la Iglesia, de la exención fiscal a la enseñanza concertada, qué partido... O no. Bien pensado, no. Podría haber algún obispo (siempre hay alguno de guardia) que contestara según le diera Dios a entender y soltara alguna maldad: «También Vox, hijo mío, ahora también está Vox». En todo caso, o no se conoce o no ha habido enfado de Casado con los obispos.
Distintos son los votantes, en absoluto disgustados. La CEOE y la Conferencia Episcopal pueden decir lo que quieran, que por apoyar ahora una decisión socialista (una decisión del Gobierno, no cualquier decisión, aunque no sea una decisión de gusto) no van a perder ni el poder ni su sitio a la derecha del Padre, que son las dos coordenadas de su voto. Ningún votante del PP es realmente del PP, sino de la clase social que el PP dice representar, toda vez que el sistema democrático cursa con partidos. Por lo mismo, ninguna preocupación por la CEOE ni por la Conferencia Episcopal, sino por los empresarios, unos cuantos empresarios, y por los obispos, uno o dos obispos. Para tenerlos de su lado y a su lado, respectivamente. Lo demás es política, nada que afecte a la calidad de su vida ni a la espiritualidad de su muerte. Si el Gobierno quiere indultar, que indulte. Malo no puede ser, si empresarios y obispos lo apoyan.
Antes que el líder Casado, el patrón Garamendi y el nuncio Argüello.
*Funcionario