Hace escasas fechas fui a una sucursal bancaria a hacer una transferencia. En la puerta nos recibe una empleada que nos pide el DNI para meterlo en una máquina que expende los tiques para distribuirnos entre las ventanillas. La máquina funciona a veces sí y a veces no. Le digo que es para una operación sin efectivo y me contesta con cajas destempladas y me ‘riñe’ diciendo que esa operación la haga desde casa por internet. Yo soy un defensor de los puestos de trabajo en cualquier empresa y entiendo que si todos les hacemos el trabajo por internet a los profesionales de la banca estos irán desapareciendo. La trabajadora de la entrada me informa de que la operación será penalizada con más de 6 euros. ¡Casi 7 euros por un transferencia entre mis propias cuentas aunque sean de distintas entidades! Es una locura. En ventanilla, con algo más de amabilidad, me informan de nuevo del elevado coste de la transferencia. Les digo que me gusta ver a la gente, saludar y sentir que hay alguien tras una fría operación bancaria aunque me cueste dinero. Les añado que se van a quedar sin trabajo si todo se hace por internet. Y asienten con la cabeza . 

Hemos rescatado a los bancos. Se les han inyectado cantidades de dinero espectaculares y lo que recibimos los clientes son un tono altanero o nos obligan a que nosotros hagamos su trabajo. ¿Entiende un señor o una señora mayor cómo entrar en internet para hacer operaciones bancarias? ¿Todos tenemos que saber manejar un ordenador? Me da mucha pena de todo lo que está ocurriendo con los mayores y los bancos. Ahora que se habla tanto de ser inclusivos estamos excluyendo a miles de personas con tanta digitalización en la banca. Me da mucho miedo de lo que nos depara el futuro. Gana la banca… siempre. Refrán: Si tienes hambre ven a mi casa. Si quieres dinero ve al banco.